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Periodismo y redes sociales

Las redes sociales han facilitado el trabajo periodístico. Al navegar por Facebook se pueden hallar datos, opiniones, fotos, informes, reportes… que en muchos casos marcan una pauta de alguna noticia que aparece en los medios impresos o en los audiovisuales. Será una noticia, claro está, si es el resultado de un trabajo adecuadamente contrastado y valorado, de acuerdo con las circunstancias y el contexto.

Twitter, que según los especialistas no es precisamente una red social, está cada vez más en la vida laboral de los periodistas bolivianos. Gracias a esta herramienta tecnológica, la libertad de expresión, fundamental en democracia, encontró una vía clave para revalidarse. Hoy miles de opiniones/ideas circulan a través de la red, incluso debates; pero también, y con mayor intensidad, aquellos mensajes que son parte de una estrategia de posicionamiento político.

El presidente Evo Morales y varios políticos de las oposiciones emplean Twitter para transmitir ideas y hasta posturas ideológicas que son tomadas por los periodistas para sus noticias. El asunto favorece, pero ha mermado, en algunos casos, las posibilidades de alejarse de las declaraciones diarias para cambiarlas por la investigación a partir de un espíritu crítico, siempre en favor del lector y el resto de las audiencias.

Ahora bien, si el asunto de las redes sociales aún forma parte de los privilegios, en Bolivia todavía no se puede decir que éste sea un derecho ciudadano. Ni los políticos ni los activistas se pueden confiar en el poder de las redes para armar movilizaciones o forjar su imagen y reputación. Peor aún, los periodistas tampoco pueden creer que logran influir con opiniones y datos en el universo de sus ciberlectores, que para este caso también tiene una cuota de sus colegas, siempre presentes en la red.

A pesar de esta constatación, hay una tendencia a favor de una mayor interconexión de la sociedad boliviana. De hecho, la velocidad con la que circulan los datos se ha incrementado. Por eso, la inmediatez de la información ya no es un privilegio de las agencias de noticias, que han sentido el golpe de Twitter en todo el mundo; aunque también es cierto que esta herramienta ayudó a muchos medios a reinventarse.

En todo caso y ante este panorama, el profesional del periodismo debería volver a las fuentes de origen, a ser testigo de los hechos, a contar las historias que bullen más cerca del ciudadano, antes que esperar a que el pajarito del fondo azul le diga cual es el horizonte. Aún hoy, a pesar de las facilidades tecnológicas, es bueno estar en el lugar de cada hecho; olfatear para luego transmitir información y también sensaciones.

* es periodista de La Razón