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Merkel, debilitada

La siempre confiable y predecible política en Alemania atraviesa un momento de transformación. A pocas semanas de la elección parlamentaria que permitió a la canciller Angela Merkel ser reelecta, la imposibilidad de formar una coalición de consenso, más el retroceso de su partido en el Bundestag (el Parlamento alemán), la han empujado a convocar nuevas elecciones.

No es una salida típica y, según analistas citados en diarios internacionales, tampoco fácil, por lo que se espera que, en el mejor de los casos, la nueva elección tenga lugar en la primavera boreal, en el segundo trimestre de 2018. En ella no sería raro que el partido de Angela Merkel retroceda aún más, provocando la salida de la mujer que sin duda ha dejado profunda huella de su liderazgo en Europa, que hoy mira con preocupación este debilitamiento.

En efecto, en la elección del 24 de septiembre pasado, la Democracia Cristiana, el partido de Merkel, perdió 55 curules a manos de los Demócratas y del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, constituido en la tercera fuerza en el Bundestag, aunque todavía con menos del 10% de los asientos parlamentarios.

Merkel pasará a la historia no solo por su largo periodo en el poder, sino sobre todo por su gran capacidad de lograr consensos dentro y fuera de su país. Considérese, por ejemplo, que de sus cuatro mandatos hasta ahora, en dos logró armar coalición con los socialdemócratas, tradicionales oponentes del partido de la Canciller. En esta ocasión, el intento de coalición incluyó, además de los democristianos, a la Unión Social Cristiana, los Demócratas Liberales y el partido Verde.

En las negociaciones iniciadas luego de las elecciones de septiembre, y que se prolongaron hasta el fin de semana pasado, las concesiones de todas las partes fueron varias, pero insuficientes para lograr un acuerdo capaz de garantizar una gobernabilidad ahora en riesgo.

Analistas en Alemania consideran que esta situación atípica debería ser interpretada no como un momento de crisis para el liberalismo dominante, sino todo lo contrario, como la restauración de su salud. Ocurre, dice un investigador del Centro para las Ciencias Sociales de Berlín, citado por The New York Times, que en los últimos 30 años se ha producido en ese país un desencantamiento con la política debido, precisamente, a la práctica de construir grandes coaliciones que a fuerza de consensos pragmáticos fueron debilitando el discurso pluralista.

Sin embargo, lo peligroso de esta versión alemana del fin de la democracia pactada es que viene aparejada de un empoderamiento de los grupos extremistas de derecha con toda su cultura de discriminación y odio racial, que poco a poco conquistan espacios en los parlamentos nacionales. El debilitamiento de Angela Merkel y su posible salida del poder en unos meses es, pues, motivo de preocupación en Europa.