El futuro de la integración
Si los ciudadanos piden a gritos mayor integración económica, los gobiernos deben hacer la tarea.
A propósito de la reciente publicación del Estudio INTAL BID-Latinobarómetro, en el que se calibra el estado de la integración económica en América Latina, me he permitido escribir las siguientes reflexiones que bien podrían ayudar a reinstalar un necesario debate respecto al futuro de la integración.
El mencionado estudio basa sus hallazgos y conclusiones en la propia opinión pública. Más de 20.000 ciudadanos encuestados en 18 países (desde el norte de México hasta la Patagonia argentina) se pronunciaron a favor de una mayor integración regional. El 77% está de acuerdo con la integración económica y el 62% quiere incluso mayor integración política entre los países de la región. Los latinoamericanos estamos a favor del libre intercambio de bienes y servicios. Los países del Mercosur muestran en promedio un mayor apoyo al libre comercio (80% de los entrevistados).
Es significativo que Estados Unidos, la Unión Europea y China sean los países elegidos por los encuestados para profundizar las relaciones comerciales. El 78% cree que la globalización es una oportunidad para el crecimiento económico; y un dato digno de resaltar es que en América Latina no se tiende al nacionalismo ni al proteccionismo, 9 de cada 10 latinoamericanos están de acuerdo en que los ciudadanos puedan trabajar libremente en cualquier país y también se muestran a favor de la inversión extranjera directa.
Casi la totalidad de los encuestados dijo tener un teléfono celular, de los cuales el 44% posee un teléfono inteligente. El 88% considera que para moverse en el mundo actual es indispensable saber usar internet; y el 77% prioriza el acceso universal a esta conectividad, incluso sobre el desarrollo de la infraestructura básica como carreteras asfaltadas. Los usuarios de internet y redes sociales son los que más apoyan la integración regional y están más preocupados por los problemas del medio ambiente.
Entre las preocupaciones de los latinoamericanos se identifican la inclusión social, la pobreza y las políticas sociales. Hay un marcado escepticismo sobre el desarrollo de la inteligencia artificial y la robótica, sobre todo porque se asume que el uso extensivo de tales tecnologías destruiría empleos. El medio ambiente y el cambio climático preocupan a 7 de 10 entrevistados; y consideran que debe ser afrontado incluso a costa del crecimiento económico.
En este contexto vale la pena reflexionar sobre el futuro, teniendo en cuenta que en los últimos 50 años hubo avances con marchas y contramarchas en el arduo proceso de integración en nuestra región. Si los ciudadanos piden a gritos mayor integración económica, los gobiernos deben hacer la tarea. Se requiere mayor inversión en interconexión energética y en infraestructura que vincule dos o más países (vías asfaltadas, aeropuertos y ferrocarriles como el bioceánico son indispensables para el desarrollo en la siguiente década).
Asimismo, deben esforzarse por mejorar las condiciones de la movilidad humana, facilitando la migración entre los países de la región y otorgando permisos de trabajo sin trámites engorrosos. La homologación de títulos profesionales (desde técnicos medios hasta posgraduados) debe ser ágil y con criterios de uniformidad. Se requiere también levantar barreras tecnológicas como abaratar los costos del roaming y fomentar un mayor acceso a internet.
La Comunidad Andina (CAN), el Mercosur y la Alianza del Pacífico deben intensificar un diálogo convergente de cara a un futuro mercado común en Suramérica y, por qué no, en toda América Latina. Ya en la década de los 60 se creó la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alalc), hoy Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), con el propósito de crear una zona de libre comercio. Es indispensable que los denominados gigantes de la región: Brasil y México (que representan el 60% del PIB de América Latina) asuman el reto de liderar un remozado proceso de integración económica que aporte al desarrollo de nuestros pueblos, en un marco de respeto al medio ambiente y de inclusión social.