La Caja, sin control
La transparencia no es un principio que se valore en la gestión de la aseguradora más grande del país.
A punto de cumplirse tres semanas del paro indefinido de las y los trabajadores médicos y paramédicos del país, en demanda de la eliminación de un artículo del proyecto de Ley del Sistema de Código Penal, así como en oposición a la Autoridad de Fiscalización de los servicios médicos públicos, la Caja Nacional de Salud (CNS) sigue dando motivos para desconfiar.
Semanas atrás se conoció del caso de numerosos servidores del área de laboratorios en el Hospital Obrero que realizaban análisis para laboratorios privados usando los implementos y reactivos que pertenecen a la población asegurada. El sindicato, lejos de indignarse con la noticia, salió en defensa de los acusados, demostrando, una vez más, que la transparencia no es un principio que se valore en la gestión de la más grande aseguradora del país.
Y ahora último se conocieron los resultados de una auditoría en la que se descubrió que antiguas administraciones (nadie quiere especificar cuáles y cuándo) realizaron a cuenta de la CNS inversiones en la Cervecería Boliviana Nacional (CBN) y en el Banco Nacional de Bolivia (BNB) sin sustento legal ni conocimiento de los miembros del directorio.
No son las únicas irregularidades halladas en la auditoría realizada en la oficina nacional de la CNS y en las nueve regionales. En las oficinas centrales se identificaron además de las irregularidades ya nombradas otras 39, incluyendo deudas del personal sin registro y sobreprecios en las compras.
En las oficinas regionales se identificaron igualmente numerosas anomalías administrativas: en la regional de La Paz, 35; en Beni, 21; en Santa Cruz, 15; en Pando, 11; en Cochabamba, 9; en Potosí y en Oruro, 6 en cada una. Los casos van desde falta de supervisión y control en compras locales, incumplimiento de procedimientos para dar de baja medicamentos caducados, inexistencia de documentos que prueben el derecho propietario sobre inmuebles, alquileres y compras sin procesos de contratación, falta de registro de medicamentos que ingresan a farmacia y un muy extenso etcétera que demuestra que la CNS sigue siendo terreno fértil para las ambiciones de personas corruptas.
En respuesta a los cargos generados en la auditoría, la gerencia de la institución no solo busca información que permita aclarar las irregularidades identificadas, sino que anunció que en 2018 ejecutará otras auditorías en los 195 hospitales y policlínicos de la institución en el país. A su vez, los miles de pacientes afectados por el paro demandan canales de comunicación para hacer conocer sus reclamos por el mal trato recibido.
Ya lo dijimos muchas veces: urge una reingeniería en la Caja Nacional de Salud. Es posible que la Autoridad de Fiscalización, si funciona, logre poner algún freno a tanto desorden institucional, pero sin duda el conservar las estructuras como están hará imposible que la institución salga de los males que la aquejan.