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Libre aborto y control imperial

El libre aborto como un logro importante para la autonomía de la mujer es una mentira, y quienes lo promueven, principalmente los grupos pseudofeministas, actúan bajo una mirada excluyente y generadora de violencia. Ellos no están dispuestos a debatir porque no tienen argumentos. Los falsos protagonismos de este grupo (minúsculo, pero importante al ser financiado con cifras millonarias de ONG y clínicas abortistas), actúan como tontos útiles defendiendo intereses económicos y comerciales, transnacionales e imperialistas, cuyo tamaño ni siquiera imaginan.

Además de las “feministas”, una fracción de la izquierda boliviana, autodenominada antiimperialista se ha dejado seducir por estas modas, demostrando una tremenda falta de lucidez y conocimiento histórico. No solamente se ha limitado a aceptar cifras dudosas y sin sustento sobre el número de abortos clandestinos en Bolivia para desarrollar su análisis, sino que no ha sido capaz de llegar al fondo del asunto.

Aparentemente han olvidado la oscura trascendencia del Informe Kissinger y los documentos desclasificados en 1989, que formaron parte del “Memorándum de Estudio para la Seguridad Nacional N° 200–Implicaciones del Crecimiento Poblacional Mundial para la Seguridad de Estados Unidos e Intereses de Ultramar”. Henry Kissinger, autor del informe suscrito en 1974, entonces secretario de Estado del gobierno norteamericano, recomendó al gobierno de Richard Nixon declarar el control de la natalidad en los países “subdesarrollados” como máxima prioridad para Estados Unidos, e impedir su crecimiento poblacional para evitar posibles insurrecciones antiimperialistas en el futuro.

¡La injerencia estadounidense en nuestros países sucede en todo nivel! Tal como sucede ahora, crearon instituciones voluntarias “independientes” y ONG para introducir programas a gran escala de educación y persuasión dirigidos a disminuir la fertilidad. Los denominaron programas de “planificación familiar” y “paternidad responsable”, bajo la recomendación de no usar el término de “control de la natalidad” para no asustar a los políticos de los países “subdesarrollados”.

Sus principales medidas fueron: condicionar la ayuda económica bajo la aceptación de los planes de control de natalidad; garantizar el acceso del 85% de la población a los servicios de anticoncepción; y adoctrinar a las nuevas generaciones sobre lo apetecible que resulta tener una familia pequeña. Uno de los resultados palpables del mencionado informe fue la notoria disminución de la natalidad en Brasil, de una tasa de 6,1 niños nacidos por mujer en 1960 a una tasa de 2,4 niños nacidos en 1994.

¡La estrategia del informe Kissinger no ha perdido vigencia! La reforma proabortista no favorece a los bolivianos, sino al imperio. Significará el asesinato de nuestros compatriotas, la disminución de la tasa de crecimiento poblacional en Bolivia y, por lo tanto, la paulatina entrega de nuestro territorio al control imperial. Es posible que, gracias a estas leyes antipatrióticas, las bases de control político y militar estadounidense, otrora expulsadas de Bolivia, regresen impunes a nuestro territorio.