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Los animales no son juguetes

Hoy 24 de diciembre, vísperas de Navidad, quiero emplear este espacio para recordar a quienes lean esta columna que los animales no son juguetes, son seres vivos que merecen ser tratados con amor, y criarlos —ya sea por compra o por adopción—conlleva una gran responsabilidad.

Hago este pedido porque lamentablemente en estas fechas de fin de año se multiplica la compra sobre todo de perritos y gatitos para obsequiarlos, pues muchos padres ceden ante la insistencia de sus hijos de querer como regalo una mascota.

Pues bien, antes de hacerlo debemos tener presente que los animales no son objetos, son seres vivos que tienen necesidades, entre ellas las de ser cuidados y queridos. Hacerse cargo de un perro o un gato cachorro significa asumir un compromiso enorme durante más de 10 años, que comienza con la esterilización y las vacunas necesarias, y continúa con la alimentación, juego, cuidado, compañía y amor.

Sin embargo, tristemente, la mayoría de los animales que son regalados durante estas fiestas terminan muy mal, pues cuando pasa la novedad, en el mejor de los casos son relegados a un patio pequeño e insuficiente para sus necesidades; y en el peor, son abandonados en la calle donde pasan hambre, frío y malviven con un sinfín de enfermedades y peligros. Muchos de estos animales mueren en condiciones terribles y estos, lamentablemente, no son casos aislados.

Ya son demasiados los animalitos que viven en la calle pasando mucho sufrimiento. Si bien mucha gente ha tomado conciencia acerca de su cuidado, gran parte de la población, no. Así, el esfuerzo que hacen diversas instituciones que acogen a animales es insuficiente frente a tantos casos de maltrato y abandono.

Valga la oportunidad para pedir que colaboremos en lo que podamos con las diferentes organizaciones que ayudan a los animales. Estas son iniciativas de activistas voluntarios que necesitan todo el año contribuciones. En estas fechas en particular suelen sacar calendarios y agendas, entre otras cosas, con el fin de recaudar fondos y así poder mantener los albergues que acogen a perros y gatos de la calle.

Por todo lo expuesto, antes de ceder ante el pedido del niño, se le debe hacer conocer la responsabilidad que implica tener una mascota, que ni los perros ni los gatos son objetos a los cuales se los puede desechar en cualquier momento. Fomentemos la adopción y el cuidado de los animales, ellos son un miembro más de la familia, y tenerlos significa un compromiso permanente.

*es comunicadora social, correctora de La Razón.