Existe algo más sólido, firme, inamovible que una montaña? Piensen en el Everest en el Asia, en el monte Denali en América del Norte, en el Cervino en Europa, o en el nevado Sajama de Bolivia: son monumentos eternos a la belleza y a la abundancia de los ecosistemas.

Sin embargo, algunas grietas están apareciendo. Las montañas muestran signos de vulnerabilidad. El cambio climático provoca catástrofes en las zonas de altitud: avalanchas y deslizamientos de sedimentos y piedras laceran las montañas, desnudan los bosques, y devastan a comunidades y poblaciones. Los recursos hídricos y la seguridad alimentaria se ven amenazados por los cambios globales que se producen en las zonas de montaña y en las llanuras.

Todos sentimos las repercusiones del cambio climático sobre las montañas; todos tenemos interés en actuar ahora, antes de que el daño sea irreversible. La disminución de la escorrentía debido a la desaparición de los glaciares significa que los agricultores de las tierras altas, sobre todo los pequeños productores, se volverán totalmente dependientes de las lluvias, y que las zonas rurales ya no tendrán ninguna fuente regular de agua dulce. Hoy en día, cerca de 329 millones de personas que viven en las zonas de montaña (o sea más de una de cada tres) ya hacen frente a la inseguridad alimentaria, y el cambio climático hace la situación aún más inquietante.

Una de las consecuencias directas son los flujos migratorios de quienes huyen de las comunidades de montaña y, en la mayoría de los casos, van a incrementar las zonas urbanas de las llanuras ya superpobladas. En Bolivia, por ejemplo, esto significa que la población creciente en los centros urbanos de La Paz y El Alto sigue poniendo en riesgo los recursos medioambientales básicos en unos sectores ya vulnerables como el agua y la energía. En particular, los jóvenes se van de su casa para buscar trabajo. Este éxodo provocará una inestimable pérdida en la oferta de servicios ecosistémicos y en la preservación de la biodiversidad cultural y agrícola.

¿Cómo puede responder el mundo a estas amenazas de tan gran impacto y proteger a los ambientes de montaña que son vitales para la humanidad? Primero, podemos educar sobre el impacto del cambio climático, el hambre y las migraciones. El Día Internacional de las Montañas, el 11 de diciembre, es una gran oportunidad para apoyar el desarrollo sostenible de las montañas y garantizar que sea integrado en la Agenda de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible y en el Acuerdo de París sobre el cambio climático.

El mundo se enfrenta a enormes desafíos debido al cambio climático, que incluyen entre otras cosas amenazas para la seguridad hídrica y alimentaria. Las montañas son uno de los ecosistemas más afectados, pero también son la clave para responder a los desafíos; por eso, su desarrollo sostenible tiene que volverse una prioridad global. El momento para actuar es ahora.

René Castro es director general Asistente del Departamento de Forestería de la FAO.