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Estafas por WhatsApp

Cada nueva tecnología que logra consolidarse en el diario vivir de la población constituye una potencial “herramienta” para quienes han hecho de la estafa una forma de vida. Por caso, días atrás un periodista de este diario se enteró de que su identidad estaba siendo utilizada desde Colombia para embaucar a sus amigos.

En concreto, una de sus amigas fue contactada vía WhatsApp por una persona que utilizaba el nombre y la fotografía del periodista quien le solicitó un favor. Le dijo que se encontraba varado en un aeropuerto de Bogotá, pues había perdido su vuelo, pero sus maletas ya habían sido trasladadas hasta Bolivia y se encontraban en custodia de la línea aérea (Boliviana de Aviación); y le pidió recuperarlas pues tenían objetos y regalos de valor, dándole para tal efecto el número de una persona que la iba a ayudar. Pero antes de realizar esta llamada, la amiga del periodista se comunicó directamente con él, con lo que pudo constatar que se trataba de un engaño.

Sin embargo, en el país varias otras personas siguieron el juego de estos estafadores, comunicándose con el número de contacto. En todos los casos, tras contestar la llamada su interlocutor les confirma que las maletas se encuentran en el aeropuerto o en custodia de la línea aérea, e inmediatamente después les solicitan depositar en una cuenta móvil un monto de dinero para cubrir el supuesto sobrepeso del equipaje, las tasas de almacenamiento y una comisión por la transacción financiera.

Si la persona cae en esta primera estafa, a las pocas horas la vuelven a contactar solicitándole bastante más dinero, con el argumento de que las maletas fueron retenidas por la Aduana por contener sustancias controladas y que incluso podían ser inculpados por este delito en caso de no acceder a sus peticiones monetarias. Según datos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), tan solo en las últimas semanas al menos siete personas habrían sido engañadas con este método en diferentes ciudades del país, entregándoles a los timadores entre 500 y 1.000 dólares.

En el caso del periodista de este diario, éste se comunicó con la Unidad de Patrullaje Cibernético de la FELCC para denunciar la suplantación de su identidad y el robo de datos personales. Sin embargo, las autoridades policiales le dijeron que no podían hacer nada al respecto, puesto que los estafadores se encontraban en Colombia, lejos de su jurisdicción; y le recomendaron contactarse con la Policía del país caribeño.

En resumidas cuentas, gracias al alcance de internet, y ante la ausencia de policías internacionales dedicados a combatir estafas a nivel mundial, estos criminales operan prácticamente en la impunidad. De allí la importancia de promover entre los internautas del país una mayor educación digital, que les permita distinguir información veraz de un fraude, y sobre todo eviten proporcionar y compartir datos personales, información financiera e imágenes íntimas en la red de redes.