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Fuegos artificiales

Ahora que se acerca el festejo de fin de año, previsiblemente los fuegos artificiales inundarán los puestos de venta callejeros así como los anaqueles de no pocas tiendas de barrio. Esto a pesar de que muchos de estos productos han sido proscritos en el país por constituir un serio peligro para las personas y el medio ambiente.

Por ejemplo, en años anteriores no pocos niños perdieron más de un dedo por jugar con las famosas matasuegras. Asimismo, la manipulación de petardos provocó quemaduras entre grandes y chicos. A ello se suma el aumento de enfermedades respiratorias y de conjuntivitis, especialmente entre los sectores más vulnerables de la población, como consecuencia de la polución que deviene del encendido masivo de los juegos pirotécnicos.

Por último, pero no menos importante, la explosión de fuegos artificiales es en extremo perjudicial para los animales, y en particular para los perros, ya que su oído es mucho más sensible que el de las personas. Por ello, la detonación de petardos les provoca ansiedad, miedo descontrolado, taquicardia e incluso hasta la muerte, ora por infartos ora porque son atropellados al intentar huir del pánico que les producen las explosiones. Además, son responsables de la mayoría de los casos de mascotas extraviadas.

Por todo ello, es de esperar que se implementen controles municipales efectivos contra su comercialización, pero también y sobre todo campañas educativas que inculquen entre la población una mayor consciencia respecto a los nocivos efectos de estos explosivos.