ISIS y la seguridad en Medio Oriente
La seguridad debe ser integral. No puede ser posible que un país tenga seguridad y su vecino no.

El pasado 9 de diciembre, el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, anunció oficialmente el fin de la guerra contra el Estado Islámico (Daesh) en Irak, y declaró el 10 de diciembre Día de la Victoria y fiesta nacional. Las pérdidas económicas ocasionadas en Irak por la guerra contra el ISIS (por sus siglas en inglés) se estiman en más de $us 150.000 millones, pero el daño material no es el único. Cientos de miles de personas fueron oprimidas, miles de inocentes fueron asesinados e innumerables familias perdieron a sus cabezas de hogar. Asimismo, es necesario recordar que los yihadistas del ISIS asesinaron brutalmente a los varones de la minoría kurda izadí, capturaron a sus mujeres y a sus niñas, y las vendieron como esclavas.
Estos son los costos que los financiadores y patrocinadores de armas al Daesh han impuesto al pueblo iraquí, con el objetivo de desviar la atención del problema palestino para apoyar al régimen sionista. En Siria también apoyaron al Daesh para que, con el derrocamiento de Bashar al-Assad (presidente legítimo electo por el pueblo de ese país), pudiesen eliminar una de las líneas de resistencia contra el régimen de Israel y reemplazar al ISIS en su lugar.
En términos militares, el Daesh está destruido, pero todos los países del mundo deberían luchar para eliminar su pensamiento e ideología, que devienen del wahabismo, la ideología radical de Al-Qaeda, de su filial en Siria (ISIL), y del resto de los grupos fundamentalistas que ejecutan ataques terroristas desde Karachi hasta Manchester. De lo contrario, este pensamiento se manifestará con otros nombres y en otras formas religiosas en todo el mundo.
A pesar de haber logrado superar el desafío militar del Estado Islámico, Irak enfrenta todavía grandes retos de seguridad emanados de la supervivencia del ISIS y de los baazistas; brechas sociales, étnicas y religiosas profundas; problemas económicos y la destrucción masiva de infraestructura; intervenciones extranjeras y rivalidades políticas internas, especialmente en vísperas de las próximas elecciones parlamentarias de mayo de 2018.
La República Islámica de Irán siempre, con todas sus fuerzas, ha intentado garantizar la estabilidad política, mejorar la seguridad, impulsar el retorno de la calma y asegurar la provisión de las necesidades del pueblo y del Gobierno de Irak. Y a partir de ahora, utilizará esos buenos lazos con Irak para fortalecer la cohesión nacional y consolidar el proceso político en ese país. Pero parece que algunos países poderosos de Occidente consideran beneficiosa la crisis en Medio Oriente para sus intereses y el régimen de Israel. Por lo tanto, interfieren en los asuntos internos de los países de la región.
En Irak prácticamente ayudan al ISIL a sobrevivir; y con el planteamiento de cuestiones como la autonomía del Kurdistán iraquí están impidiendo un entendimiento nacional en ese país. Por otro lado quieren que Irán abandone su industria de misiles de defensa; y en Yemen están impulsando una tragedia humana, al patrocinar los ataques y los bombardeos impulsados por Arabia Saudita contra el pueblo indefenso de esa nación.
Aunque el imperialismo estadounidense trata de ocultar su fuerte apoyo a Arabia Saudita en la guerra contra Yemen, todo el mundo sabe que el viaje de Trump a Riad en mayo de 2017 y los contratos de armas con este país han potenciado las ofensivas militares saudíes. Estos ataques son tan brutales e inhumanos que muchos países occidentales se han visto obligados a oponerse contra ellos, y en la práctica han apoyado el plan de cuatro elementos propuesto por Irán para poner fin a la crisis en Yemen, consistentes en garantizar el alto el fuego inmediato, la entrega inmediata de ayuda humanitaria, apoyar el diálogo entre grupos yemeníes y ayudarlos a crear un gobierno inclusivo de unidad nacional con el apoyo de los vecinos.
La seguridad en una región debe tratarse de manera integral. No puede ser posible que un país tenga seguridad y su vecino no. Esto también es cierto respecto a Irak, Siria, Yemen y otros países de Medio Oriente. Sobre esta base, de lograrse establecer la resolución de los problemas a través de diálogos nacionales en Medio Oriente, sería posible erradicar la crisis en la región. Pero si un país continúa bombardeando a otro, o si quiere desarmar a los grupos defensores del pueblo, o quiere eliminar las armas nacionales de un Estado para volverlo vulnerable a los ataques de otros, obviamente ninguna de las naciones de esa región tendrá seguridad.