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La buena salud del sistema financiero nacional

Cuidar nuestro sistema financiero con rigurosa diligencia y eficiencia no solo es responsabilidad de Asfi, sino también de las entidades financieras, como directas prestadoras de servicios en este rubro, y de los demás participantes del mercado financiero, como es el de valores, seguros y divisas, entre otros. Pero no hay que dejar de mencionar que esta delicada tarea tiene una importancia decisiva para la estabilidad macroeconómica del país. O más bien, con total convicción podemos destacar la relevancia de la implementación del modelo de economía plural, que ha generado un entorno macroeconómico favorable y, por supuesto, ha hecho posible que actualmente existan condiciones propicias para la estabilidad del sector financiero.

Para satisfacción y tranquilidad de todos, los resultados de los principales indicadores del sistema financiero a la conclusión de la gestión 2017 nos permiten ratificar, una vez más, su buena salud, que además está acompañada de un crecimiento sostenido de la banca. Haciendo un análisis comparativo con la gestión 2016, los depósitos del público se han incrementado en un 10%, lo que significa un crecimiento de tres veces más, considerando que en 2016 se registró un ascenso solo del 3%.  

Asimismo, la cartera de créditos registró un aumento del 13% el 2017. Si bien en términos porcentuales hubo un crecimiento menor que el 2016, siguió ampliándose hasta alcanzar los Bs 152.061 millones, de los cuales el 41% se destinó a la implementación de importantes políticas públicas de acceso al financiamiento del sector productivo; y cerca del 11% al crédito de vivienda de interés social, posibilitando que 14.450 familias adquieran su primera vivienda, con tasas accesibles fijadas mediante decreto supremo, para garantizar que este acceso al financiamiento se dé en condiciones razonables para los prestatarios.

Desde hace siete años el promedio del indicador de mora se mantiene como uno de los más bajos de la región, al cerrar el 2017 con un 1,7%; porcentaje menor al registrado en Perú (4,7%), Colombia (4,3%), Uruguay (3,7%), Brasil (3,7%), Chile (1,9%) y Argentina (1,8%). Ello, acompañado de un comportamiento óptimo de previsiones, ha mantenido la estabilidad y solidez del sistema.

Empero, no podemos dejar de referirnos  al fraude de Bs 37,6 millones perpetrado contra el Banco Unión SA censurando las opiniones expresadas al respecto por la clase política que, con una total falta de conciencia y responsabilidad con nuestro sistema financiero (y por ende con nuestro país), no tuvo reparo alguno para pregonar que este hecho delictivo era la “punta de iceberg”, sin duda con el propósito de generar especulación para hacer creer falsamente que habría un problema mayor en la entidad financiera. Una vez más fuimos espectadores del accionar de una clase política sin conciencia, que en su búsqueda por lograr la derrota del adversario y alcanzar algunos réditos muy disminuidos utiliza cualquier mecanismo para infundir miedo e incertidumbre en la población, y de esta manera afectar su confianza no solo en una entidad financiera, sino en todo el sistema financiero nacional.

Lo cierto es que, para desazón e infortunio de unos cuantos y bienestar de la mayoría de los bolivianos, lejos estamos de volver a sufrir las consecuencias de vivir en una nación sin crecimiento y con una inflación alta como la registrada en los años 80, cuando se nos pedía soportar las medidas políticas de emergencia y la aguda crisis que agobiaba a nuestro país, para lograr recuperar la económica nacional.

Hoy tenemos razones suficientes para mirar hacia adelante y continuar avanzando con mayores desafíos, no solamente para mantener de manera sostenida la buena salud del sistema financiero y cuidar celosamente la confianza de la ciudadanía en las entidades financieras, sino también, contribuyendo a las profundas transformaciones de nuestro Estado Plurinacional de Bolivia.