La política de integración internacional basada en la energía eléctrica iniciada por el Gobierno boliviano en 2009 se centró inicialmente en la construcción de una central hidroeléctrica binacional con Brasil en el río Madera, de 3.500 megavatios (MW) de potencia (mitad para cada país). Tomando como ejemplo la central de Belo Monte, situada en el río Xingú (norte de Brasil), la hidroeléctrica binacional podría constituirse en un factor de transformación y en un vector de desarrollo social, ambiental y económico de la región y de Bolivia, con gran repercusión geopolítica para ambos países. La importancia geopolítica de la integración eléctrica de Bolivia y Brasil es estratégica, al estrechar aún más los lazos económicos y políticos, fortaleciendo las relaciones diplomáticas sobre bases más sólidas y duraderas.

La Política Nacional de Desarrollo Regional (PNDR) implantada por Brasil es una estrategia orientada a reducir la desigualdad entre y en las regiones, con el objetivo, entre otros, de proporcionar a las regiones más desfavorecidas las condiciones necesarias (infraestructura, empleo, créditos, tecnología, etc.) para el aprovechamiento de oportunidades productivas prometedoras para el desarrollo económico y social. Centrándose en un proyecto en concreto, permite elaborar un Plan de Desarrollo Regional Sostenible (PDRS), a partir del cual se instauran políticas públicas e iniciativas de la sociedad civil que fomentan el desarrollo sostenible y mejoran la calidad de vida del área de influencia de dicha actividad.

Así ocurrió con la central hidroeléctrica de Belo Monte, en cuya área de influencia el PIB creció un 27,94% entre 2010 y 2013, luego del inicio de las obras, en 2011; y fueron creados 29.000 nuevos empleos directos, además de los indirectos (en la hostelería, alimentación, servicios urbanos, etc.), incrementando la población en el municipio donde se sitúa la central hidroeléctrica. El PDRS de Xingú vinculado con la usina de Belo Monte tuvo resultados positivos significativos, sobre todo en la salud y en la educación, con la construcción y reforma de hospitales y escuelas. Sin embargo, otros factores sociales afectaron negativamente la percepción del proyecto y su PDRS, como la falta de infraestructura para recibir al gran número de trabajadores desplazados para la obra, o incluso el aumento de la violencia relacionado con el rápido crecimiento económico de la región.

Así como la central de Belo Monte es un ejemplo de vector de desarrollo regional, otras centrales del norte de Brasil representan una referencia de éxito para la previsibilidad y mitigación de los impactos negativos sociales y ambientales, complementando así futuros PDRS de usinas hidroeléctricas en la cuenca amazónica. En este sentido se destaca la central de Jirau (3.750 MW de potencia) inaugurada en diciembre de 2016, que tiene consistentes conocimientos en términos de los desafíos tecnológicos y ambientales en la construcción de hidroeléctricas en la cuenca del río Madera. Según su experiencia, es posible, a partir de una matriz bien definida de impactos positivos y negativos, establecer medidas de mitigación y de compensación a ser ejecutadas en cada fase del emprendimiento (construcción, llenado del depósito y operación). Para ello, también resulta imprescindible la implicación en las acciones de universidades y centros de investigación y el desarrollo de programas socioambientales.

El área de influencia de la central binacional presenta características semejantes en ambos lados de la frontera: baja densidad demográfica; baja participación en el PIB nacional (3,1% para Beni y 0,9% para Pando, del lado boliviano; y 0,62% para el estado de Rondônia, del lado brasileño); pocos servicios públicos y bajo desarrollo económico; economía basada en la agricultura y ganadería en Bolivia; y en la extracción vegetal y mineral y la ganadería en Brasil; presencia de áreas de protección ambiental y/o territorios indígenas; posibilidad de alargamiento de la hidrovía del río Madera entre la central binacional y el océano Atlántico, lo que facilitaría la exportación de castaña y madera desde Bolivia. Debido a la frontera, existen acciones aisladas de cooperación entre los dos países para tratar de demandas comunes. Un Plan de Desarrollo Regional Sostenible (PDRS) vinculado con una Política Nacional de Desarrollo Regional (PNDR), a ejemplo de Brasil, permitiría consolidar las acciones sociales y ambientales, así como las relaciones económicas y diplomáticas, garantizando más seguridad en la región.

Al no existir una normativa que trate de los aspectos económicos, sociales y ambientales de las centrales binacionales, es imprescindible determinar a priori los parámetros de sostenibilidad económica, social y ambiental que definirán el proyecto. La construcción de la central binacional se justifica por representar una fuente renovable de energía, basada en una tecnología madura y confiable, cuyo conocimiento técnico y científico tiene como principal referencia la central de Jirau; así como por una demanda de energía eléctrica creciente en ambos países, sobre todo en Brasil, asegurando la exportación desde Bolivia. A raíz de Belo Monte y Jirau, se puede concluir que, para que sea un vector de desarrollo sostenible regional, la central binacional Bolivia-Brasil tendrá que estar vinculada a un PDRS binacional que considere la integración energética entre ambos países, una gobernanza del proyecto (con la participación, por parte de ambos países, de gobiernos, agentes inversores, la sociedad civil y especialistas de cada región) y la planificación de las acciones desde la concepción del proyecto hasta después de su puesta en marcha.