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Cobardes atentados

El fin de semana se registraron tres atentados contra estaciones de Policía en Colombia, y otro más, el sábado, en la ciudad fronteriza ecuatoriana de San Lorenzo. En el país cafetalero los explosivos provocaron la muerte de siete efectivos policiales y dejaron más de 40 heridos, mientras que en la nación vecina 26 uniformados resultaron heridos.

Las autoridades de ambos países coincidieron en que se trata de una suerte de respuesta impulsada por narcotraficantes ante los últimos golpes que las policías colombiana y ecuatoriana han perpetrado contra su negocio. Y si bien una fracción del Frente de Guerra Urbano Nacional (ELN) se atribuyó uno de los atentados de Barranquilla, se sospecha que está ligada al tráfico de drogas, ya que precisamente las facciones vinculadas a este ilícito son las que se oponen a un acuerdo de paz.

Ante estos cobardes ataques, es de esperar que las autoridades colombianas en particular redoblen sus esfuerzos para desarticular las guerrillas que aún operan en su territorio en lugar de entrar en el juego de quienes se oponen al diálogo. Pues, como bien se sabe, la lógica de combatir la violencia con más violencia únicamente logra profundizar aún más cualquier conflicto; y asumir la violencia como una herramienta de reivindicación lejos de convertirse en un medio de erradicar la opresión sirve solo para perpetuarla y profundizarla. De allí que la única opción siga siendo buscar la paz a través del diálogo, sobre la base de acuerdos sólidos, justos y factibles para que prevalezcan en el tiempo.