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Davos, lo que el mercado no es

La semana pasada inicié mi primera actividad internacional de 2018: la reunión del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. En diferentes momentos tuve la oportunidad de dirigirme a una audiencia global, compuesta por líderes políticos, hombres y mujeres de negocios, formadores de opinión sobre la agenda de reformas que está transformando Brasil.

Hemos pasado la página de la crisis económica porque supimos decir no al populismo y actuar con responsabilidad. Movido por una visión de largo plazo, nuestro gobierno está construyendo, en diálogo permanente con el Congreso Nacional y la sociedad, las bases de un Estado eficiente, que presta al ciudadano servicios de calidad, dentro de un presupuesto público equilibrado. Son esas, también, las bases del crecimiento sostenido, imprescindible para llevar adelante el desarrollo del país y efectivamente sacar de la pobreza a millones de brasileños.

En poco más de un año y medio de gestión afirmamos, en la práctica, nuestro compromiso con el equilibrio fiscal. Los resultados están a la vista. La inflación cayó y está nuevamente bajo control. El cambio se estabilizó. Los intereses retrocedieron a su menor nivel histórico. Fue con realizaciones y no con voluntarismos que restauramos la confianza en la economía brasileña, confianza que ya se refleja en el aumento de la actividad industrial, en la vitalidad del comercio exterior, en la recuperación del empleo.

El inversor que observa el Brasil de hoy percibe un gobierno que trabaja con diagnósticos precisos y aplica soluciones que funcionan. Percibe una administración comprometida con la dinamización del ambiente de negocios. Por todas partes hemos eliminado las trabas burocráticas que obstruían el camino al emprendedor; se hizo más fácil abrir una empresa, importar, exportar. La modernización laboral, que ya está en vigor, es un marco especialmente relevante de nuestros esfuerzos para sintonizar al Brasil con las realidades de la economía contemporánea, sin afectar los derechos del trabajador. Está en nuestro horizonte, además, una simplificación tributaria que haga ágil y racional el pago de impuestos. En todo eso, la tendencia que se anuncia es la de un Brasil donde hay cada vez más libertad económica.

Cuentas públicas en orden y un sector privado competitivo son esenciales para el crecimiento sostenible; así como es esencial una infraestructura de calidad, compatible con el vasto potencial de nuestro país. Por eso también presenté en Davos las múltiples oportunidades del programa Avançar, parcerias (Avanzar, colaboraciones), de concesiones y privatizaciones del Gobierno federal. El modelo que instituimos ofrece reglas bien definidas y estables, que refuerzan la seguridad jurídica.

No es casualidad, por tanto, que haya suscitado un fuerte interés en el mundo. Hasta ahora hemos finalizado más de 70 proyectos que comprenden redes de carreteras, puertos, aeropuertos, líneas de transmisión, yacimientos de gas y petróleo. La estimación de las inversiones es de $us 44.700 millones. En 2018 se ofertarán otros 75 proyectos, que también incluyen vías férreas y que deberán captar más de $us 41.000 millones.

La reforma reforzará la credibilidad de la economía, llevándola a entrar en un ciclo duradero de crecimiento.

Los cambios por los cuales está pasando Brasil, y que ya lo preparan para enfrentar mejor los desafíos del siglo XXI, no se limitan al ámbito interno. Fuera de nuestras fronteras hemos actuado también con espíritu de apertura, pues es falso pensar que puede haber, en el mundo actual, desarrollo en ambiente de clausura económica. Nuestro empeño por una mayor y mejor integración comienza en la región, en el Mercosur: con los demás socios, Brasil viene poniendo en marcha una agenda que tiene en la promoción del libre mercado uno de sus pilares principales. Además de la eliminación de barreras al comercio intrabloque, hemos fomentado una aproximación con los países de la Alianza del Pacífico. Por primera vez en 20 años tenemos una perspectiva realista de conclusión de un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, acuerdo que queremos amplio y equilibrado, que de hecho atienda a los intereses de la sociedad brasileña. Y hemos abierto, también, nuevos frentes de negociación, con socios de todo el mundo.

Es un hecho innegable, para quien conserva el sentido de la objetividad, que Brasil ya recorrió bajo nuestro gobierno un largo camino, y a pasos rápidos. Hemos logrado mucho, siempre con base en el diálogo, materia prima de la democracia y en la disposición sincera de aproximar posiciones y articular respuestas eficaces para las necesidades del país.

El desafío que se impone, ahora, y al cual estamos enteramente dedicados, es reformar la Seguridad Social. En Davos ratifiqué mi compromiso con un sistema de seguridad social justo y sostenible, que responda a la evolución demográfica de nuestra población. Ese es un compromiso que renuevo, en primer lugar, frente a los brasileños, sobre todo los más pobres. Al final, el sistema, tal como está, transfiere renta de quien menos tiene para quien menos precisa. La reforma eliminará privilegios y garantizará el pago de las pensiones de hoy y de mañana. Reforzará la credibilidad de la economía brasileña, haciéndola ingresar en un ciclo duradero de crecimiento. Estamos enfrentando, con coraje y ánimo redoblados, las cuestiones que el momento histórico presenta para toda la nación. No me cabe duda de que, una vez más, los desafíos serán superados y prevalecerá el bien común.

Brasil es un gran país, que reúne activos de todo orden. Es un mercado consumidor de más de 200 millones de personas, con recursos naturales abundantes. Nuestro pueblo es creativo y trabajador. Tenemos una industria diversificada, una agricultura altamente productiva. Nuestra matriz energética está entre las más limpias del mundo. Somos un país continental, distante de los focos de tensión geopolítica. Esas son razones que siempre hicieron de Brasil un destino atrayente para inversores. En los últimos tiempos, el problema era que el país había perdido el rumbo.

Lo que nuestro gobierno hizo fue devolver el rumbo a Brasil. Desde el principio, tuvimos claridad sobre el camino que deberíamos seguir: el camino de la responsabilidad, de la apertura, de las libertades. Y de ese camino no nos desviamos, ni nos desviaremos. Este es el mensaje que he transmitido a los brasileños y es el mensaje que llevé a Davos. (Nde. Este artículo fue publicado originalmente en el periódico brasileño Valor Económico).