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Carnavaleando

Preparándonos para el Carnaval, ese espacio impuesto por la alegría de nuestros pueblos, ese festejar la cosecha, ese disfrutar del tiempo de lluvias que alimentan la tierra, este jallupacha es parte de nuestras conquistas como aymaras, como pueblos originarios de estos territorios. En este contexto, pregunto, ¿qué fue de la huelga de la derecha? Tanta bulla han hecho para entrar, pero después, nada que ver. Yo traté de enterarme, pero no sé qué paso con su huelga, cuándo la levantaron, cómo la levantaron, no supe nada más. Creí entender que la derecha y la oposición estaban listas para dejarnos sin Carnaval, con bloqueos, para continuar con su plan de dar golpes dictatoriales a los sueños de nuestro pueblo boliviano.

Ciertamente no somos giles para no darnos cuenta que esto venía en combo. Empezaron con lo del Código Penal. Los médicos cuestionaron extemporáneamente algunos de sus artículos dizque atentatorios contra su práctica profesional; luego siguieron los transportistas; después, en coro general, gritaron que se abrogue todo el Código del Sistema Penal.

Claro está que en realidad todo esto era el preámbulo para decir que en Bolivia hay dictadura, que se viola los derechos constitucionales, e ir contra la repostulación del hermano Evo Morales. Ese era, ese es el cucu. Ahora ya se ve que están luego con la siguiente carta, están trabajando en las redes sociales para el revocatorio de mandato o la renuncia del hermano Presidente. Ese es el plan, derrotarnos a través de la desinformación, de las mentiras, de la falsa alarma y de la ignorancia. Estrategia que por cierto también se apoya en los errores que comete el Gobierno y en los errores que cometemos los movimientos y organizaciones sociales.

¡Ya pues!, tenemos que reaccionar más rápido. Se han elaborado respuestas por las redes más que antes, por cierto, hemos podido ya responder con memes, pero no fue suficiente. No podemos bajar la guardia en las redes, ahí también hay que dar batalla, no importa que te bloqueen o se enojen tus contactos, tenemos que decir lo que pensamos y por qué defendemos este proceso.

Duele ver y comprobar que no logramos estigmatizar el racismo, solo se consiguió sacarlo de circulación. ¿Pero vieron las paredes? Nuevamente sacaron a pasear su desprecio por la Bolivia profunda, esa que les dio bienestar a pesar de la crisis del petróleo. Está claro que los racistas no se cuestionan; no quieren ni pensar en que solo somos diferentes pero iguales, que todo ser humano es igual que las y los demás, y que resulta imprescindible disfrutar y aprender de las diferencias.

Por eso no podemos bajar la guardia. Comeremos bien; tomaremos nuestras copitas, challaremos nuestras cositas; hay que ir a la Alasita, no se olviden; descansaremos también, pero no nos descuidemos de pensar qué vamos a hacer con este plan diseñado no solo para debilitar el Gobierno, sino también para destrozar el proceso de cambio revolucionario. No se vale descuidarse, está bien bailar con los olvidados, pero hay que recordar que estamos en una lucha contra las y los asesinos de sueños.