Se puede decir con certeza que Bolivia ha avanzado hacia la equidad de las mujeres. A modo de ejemplo, las mujeres hoy en día representan el 53% de las congresistas, cifra que coloca al país en el segundo lugar en el ámbito mundial. Solo Ruanda, con un 63%, supera a Bolivia en este ranking.

Al mismo tiempo hay desigualdades de género que subsisten en el país y que merecen atención. Bolivia tiene la más alta tasa del hemisferio de violencia íntima de pareja hacia las mujeres. De las mujeres casadas o en unión libre, un 75% ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja en el transcurso de su relación. Otro dato relevante es la tasa de participación laboral de la mujer, que en 2017 estuvo en el mismo nivel que hace 27 años, con tan solo un 55% de mujeres que forman parte del mercado de trabajo.

Nuestro mensaje es sencillo: la igualdad de género no es un tema solo de mujeres. Los hombres jugamos un rol esencial en asegurar que nuestras colegas, esposas, hermanas e hijas tengan plena oportunidad de desarrollar su potencial, participar activamente en el mercado laboral y vivir vidas sin violencia.

¿Por qué los hombres? Por el simple hecho que lo que decimos y, más importante aún, lo que hacemos tiene un considerable impacto en las vidas de las mujeres y de nuestros hijos. Si compartimos más responsabilidades en nuestros hogares, especialmente en cuanto al cuidado de nuestros hijos, nuestras parejas tienen la oportunidad de aumentar su participación laboral e incrementar sus ingresos, lo cual redunda a favor del hogar. Nuestra participación en el hogar también impacta de manera positiva en nuestros hijos, ya que ellos suelen tener menos ausentismo de la escuela y una notable mejora en su desempeño escolar.

Cabe destacar el fuerte componente intergeneracional en todo esto. Según la Encuesta Internacional de Hombres y Equidad de Género (IMAGES), los niños que crecen en hogares con padres cuidadores tienden a participar más en las tareas domésticas cuando son adultos. Del mismo modo, los niños también pueden aprender conductas machistas y violentas. La evidencia muestra que los niños que presencian violencia en sus hogares son entre dos y tres veces más propensos a utilizar violencia contra sus parejas cuando son adultos.

Según Michael Kimmel, uno de los hombres feministas más conocidos del mundo, los beneficios no solo son para nuestras parejas e hijos.

Nosotros mismos, al compartir las tareas domésticas, percibimos una serie de beneficios, que también son constatados de la Encuestas IMAGES: gozamos de mejor salud, fumamos menos, sufrimos menos depresión, y tenemos menor riesgo de ser internado en el hospital. Los resultados de la Encuesta Internacional de Hombres y Equidad de Género también muestran que nuestras parejas están más contentas cuando los hombres participan más en el cuidado en casa y cuando compartimos de forma equitativa la toma de decisiones en el hogar. ¿Y a qué hombre no le gustaría gozar de estos beneficios?

Para los hombres, apoyar a la igualdad de género es una situación ganar-ganar-ganar. Ganan nuestras esposas, ganan nuestros hijos, ganamos nosotros y gana el mundo. Sabemos que países con más alta equidad de género tienen menos inseguridad pública y tienden a tener mejor y más igual crecimiento económico.

Ahora, si los hombres somos socios importantes en la promoción de la igualdad de género, ¿qué podemos hacer para enlistar a más varones como aliados? Hay una gama de experiencias alrededor del mundo, y también aquí en Bolivia, que muestra qué funciona para involucrar a los hombres y para cambiar de forma positiva nuestras actitudes y conductas.

Hay experiencias muy exitosas que promueven el involucramiento de los hombres en el cuidado de los hijos. A nivel global, la campaña MenCare ha logrado poner en marcha campañas locales para promover la participación paterna en más de 40 países en todo el mundo. Aquí, en El Alto, el Banco Interamericano de Desarrollo, la organización Promundo y el Consejo de Salud Rural Andino colaboraron en la adaptación e implementación del Programa P, una iniciativa educativa dirigida a padres y madres para fortalecer sus competencias de crianza y desarrollar relaciones positivas y de cercanía entre ellos y sus hijos. A nivel de política pública, el establecimiento de la licencia compartida de paternidad/maternidad de forma equitativa entre hombres y mujeres ha incrementado la participación de los hombres en tareas de cuidado en los países nórdicos.

Otra lección importante es que hay que empezar el trabajo con los jóvenes y no esperar a que los hombres sean adultos. Iniciativas como el Programa H, que nació en Brasil y que se ha expandido a más de 25 países en el mundo, han logrado reducir la violencia en relaciones de noviazgo y han generado relaciones más respetuosas entre parejas de adolescentes.

El trabajo con hombres como aliados en la promoción de la igualdad de género está ganando espacio en Bolivia. Prontamente se levantará la encuesta IMAGES, que nos ayudará a entender mejor las actitudes y comportamientos de hombres y mujeres en torno a la igualdad de género, desde la violencia de género, el cuidado en casa, y la salud; y ofrecerá pistas sobre cómo enganchar a los hombres para acelerar el camino hacia la equidad de género. El Gobierno de Suecia, que es el primer gobierno del mundo que tiene una política exterior feminista, está financiando la encuesta, así como una expansión del Programa P para involucrar a más padres en la crianza de sus hijos. Organizaciones no gubernamentales como Colectivo Rebeldía, ECAM, Svalorna, Asociación Aguayo y el Consejo Rural Andino están implementando actividades prometedoras para involucrar a hombres en la promoción de la igualdad de género.

Un proverbio chino dice que las mujeres “sujetan la mitad del cielo” y hay que reconocer y visibilizar el esfuerzo de las mujeres en nuestras sociedades que frecuentemente ha pasado desapercibido. Al mismo tiempo, es esencial que nosotros, los hombres, hagamos nuestra parte: la mitad del camino hacia la equidad es nuestro.