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Libre aborto: falsa autonomía de la mujer

Las élites políticas, grupos aislados de la pequeña burguesía y círculos minúsculos del feminismo radical que buscaron imitar la vida europea y norteamericana, promoviendo la aprobación del libre aborto en el ahora abrogado Código del Sistema Penal, no lograron su cometido. Con una mirada reduccionista solamente se enfocaron en las consecuencias del problema y no en las causas, por ello no han comprendido que el aborto no es la solución. Su propia incomprensión, a manera de autosabotaje, ha conducido a su proyecto (inviable) al fracaso.

Ellos no pensaron por sí mismos, sino que publicitaron paquetes internacionales de medidas legislativas a cambio de cooperación económica y otro tipo de beneficios. Así, pasaron por alto la importancia de reflexionar sobre la verdadera intencionalidad que existe como trasfondo de dichas medidas, que es, sin duda, una estrategia de control de la natalidad para ajustar naciones al dominio imperial. Ya vimos en un previo artículo las implicaciones y el alcance del Informe Kissinger (1974).

Incentivando agresiones no solo contra los varones, sino también contra las mujeres que piensan diferente, los grupos “feministas” mienten a la población. Desde los eslóganes de elaboración oenegista que repiten irreflexivamente en medios de difusión y redes digitales, hasta las afirmaciones sin fundamento científico que vierten para arrebatar todo valor a la vida humana, mienten al afirmar que el reconocimiento y respaldo estatal del libre aborto es un paso más en pro de la autonomía de la mujer.

El aborto no salvará a la propia mujer de cometer feminicidio, considerando que el bebé concebido fuere del sexo femenino y que la ciencia ha demostrado que al tener un ADN propio, desde la concepción, la persona existe y ya dejó de ser parte del cuerpo de la madre. Tampoco el aborto otorgará autonomía a la mujer, sino más bien profundizará su incapacidad de ejercer autonomía sobre su cuerpo antes de concebir un bebé (esta afirmación no incluye, por supuesto, los casos de violación).

Si una mujer no es capaz de ejercer autonomía exigiendo la protección correspondiente antes de tener una relación sexual o desistiendo de este acto, el aborto no le dará la autonomía que nunca tuvo.

Una mujer verdaderamente autónoma conoce y administra bien su cuerpo, toma todas las precauciones necesarias para no someterlo a procesos violentos como el aborto. Una mujer realmente autónoma ha alcanzado un alto grado de reflexión sobre sí misma y un nivel adecuado de autoestima. Por lo tanto, sabrá bien que realizarse un aborto solamente develará su incapacidad de ejercer su autonomía y sus derechos antes de tener relaciones sexuales. También sabrá que el aborto no resuelve el tema de las enfermedades de transmisión sexual, muchas de las cuales derivan en enfermedades degenerativas, como el cáncer, y en consecuencia, la muerte.

Las nuevas poses feministas postmodernas y algunas pequeñas, pero bien financiadas, rebeliones que se atribuyen (falsamente) la representación de las mayorías, a nombre de los derechos de la mujer intentaron imponer una norma que pretendía prolongar de mejor manera el sometimiento de nuestros pueblos al sistema moderno, machista y capitalista. ¡Salud porque no lo lograron!