Latinoamérica vota y decide en 2018
Este año el panorama político de América Latina se inclinará hacia una tendencia u otra.
Cuba, El Salvador, Colombia, Guatemala, Paraguay, Venezuela, México, Brasil y Perú votarán este año en sucesión cronológica (Costa Rica y Ecuador ya acudieron a las urnas), con lo que el panorama político regional podría inclinarse hacia una tendencia u otra.
El año anterior Chile (con elecciones presidenciales y legislativas) y Argentina (con sus legislativas de medio término, que posicionaron como líder electoral a la coalición gobernante Cambiemos) afirmaron su posición de centroderecha. En los países del Alba hubo tres elecciones. La primera en Ecuador (legislativas y dos vueltas presidenciales) significó una victoria mínima en favor del prorroguismo del Socialismo del Siglo XXI (S21), pero sin Rafael Correa, quien dejaba un presunto delfín (Lenin Moreno) que, al poco tiempo, desconcertó al correísmo, a la oposición, a todo el país y a la región en general, con la ruptura entre el nuevo mandatario y su antecesor, y la fractura del partido de gobierno, moviendo al país desde el S21 a un equilibrio de centro-centroizquierda abierto al diálogo. La segunda elección fue en Venezuela, para elegir la Asamblea Nacional Constituyente. Proceso denunciado como fraudulento hasta por la empresa encargada de implementar el voto electrónico. La tercera fueron las elecciones judiciales en Bolivia, en las que los votos nulos y blancos sumaron un 66,75%, porcentaje incluso mayor al obtenido en los primeros comicios judiciales de 2011, en los que sumaron el 57,67% de los votos.
Este año, Colombia, Paraguay, México y Brasil celebrarán comicios presidenciales y legislativos (Costa Rica ya lo hizo); Venezuela, presidenciales; Cuba, legislativos (presidenciales indirectas); El Salvador, municipales y legislativos; Perú, municipales y regionales; y Guatemala, un referéndum (como ya ocurrió en Ecuador). Las elecciones de Cuba, Colombia, Venezuela, México y Brasil son las más esperadas.
La consulta popular (referéndum constitucional) de Ecuador fortaleció al presidente Moreno; y dos de sus siete preguntas aprobadas mayoritariamente desmontaron la herencia correísta: la anulación de la reelección indefinida (regreso a la Constitución de 2008) y la renovación inmediata del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, herramienta fundamental del correísmo para la cooptación de poderes.
Cuba y Colombia despiertan interés porque, en el primer caso, la generación de la revolución sale del Ejecutivo (no del poder), e impera la incertidumbre de quién será el sucesor de Raúl Castro. En el segundo caso, por los resultados de los antiguos guerrilleros, medida del proceso de paz colombiano. Los de Venezuela serán otra maniobra del madurismo para aparentar legitimidad, en medio del rechazo de la mayoría de los países latinoamericanos y de otras regiones.
En México y Brasil, las mayores economías latinoamericanas, dos líderes de izquierda populista intentan tomar el poder y cambiar el signo actual.
López Obrador (su tercer intento, “surfeando” la ola anti-Trump) va primero, pero, como en las anteriores elecciones mexicanas, previsiblemente al final fracasará. Mientras que Lula da Silva, cargado de juicios por corrupción y condenado, la tiene más difícil. Ambos aprovechan nostalgias político-económicas y el descrédito de la clase política, a la que ambos pertenecen.
Las derrotas de López Obrador y de Lula junto a la previsible continuidad de la derecha en Colombia ajustarían un eje centroderecha-derecha entre las grandes economías de la región: México, Colombia, Perú, Chile, Brasil y Argentina; con la afinidad de muchos otros y la debilidad creciente del eje socialista (Cuba-Nicaragua-Bolivia-Venezuela). Lo contrario, menos posible, alargaría un poco el fin de la corriente y les provocaría menos gobernabilidad.