En el Foro Económico Mundial realizado semanas atrás en la localidad de Davos (Suiza) se destacó la recuperación de la economía global, cuyo crecimiento se espera que este año alcance el 4%. Pero también se alertó sobre los crecientes riesgos que amenazan esta estabilidad financiera mundial, señalando a los riesgos ambientales relacionados con eventos extremos, desastres naturales, escasez de agua y el cambio climático como los más importantes en términos de impacto, de acuerdo con el Informe de Riesgos Globales 2018.
Resulta innegable que estos riesgos son tangibles y están aumentando; 2017 fue uno de los tres años más cálidos registrados hasta el momento, junto a 2016 y 2015; y ha sido el año más caliente sin el Fenómeno del Niño, que suele provocar un aumento de la temperatura global. Fue un año caracterizado por desastres naturales y eventos extremos, desde incendios hasta inundaciones, huracanes y sequías. Se estima que los desastres relacionados con el clima han causado daños valorados en al menos $us 1,4 billones durante la última década, según estimaciones de las Naciones Unidas. La crisis por la escasez de agua está afectando también a grandes urbes, como Ciudad del Cabo, que corre el riesgo de quedarse sin agua potable en los próximos meses debido a la extrema sequía.
En lo que va del año, los desastres naturales que tienen al país en estado de emergencia por las lluvias intensas, inundaciones, riadas, mazamorras y derrumbes en distintas regiones han puesto nuevamente en evidencia la insuficiente preparación y capacidad de respuesta, así como nuestra vulnerabilidad ante estos eventos. Nos demuestran también a qué punto ha aumentado la toma de conciencia ciudadana sobre los distintos factores que intervienen en la ocurrencia de estos desastres, desde el rol de los bosques y árboles como reguladores del clima, del ciclo del agua y distribución de las lluvias, a las consecuencias del crecimiento urbano desordenado y la falta de una adecuada planificación y gestión territorial que aborde adecuadamente las interdependencias entre los riesgos e impactos ante escenarios de cambio climático.
Cada día surge nueva evidencia sobre el impacto de nuestro modelo de desarrollo en el medioambiente y la gravedad de los riesgos actuales y potenciales para nuestra sociedad. Lo cierto es que todo parece caer en saco roto, pues aún no hemos aprendido a desarrollar nuestra economía sin degradar el medioambiente. Es de esperar que el optimismo respecto al crecimiento económico sea una oportunidad bien aprovechada para encarar los riesgos y desafíos ambientales con la premura y prioridad que merecen.