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Desastres, cuencas y el MAS

Para la parte técnica de esta columna me baso en el artículo de opinión Desastres y las cuencas del ingeniero Gonzalo Maldonado, publicado en Opinión virtual, Cochabamba, el sábado 17 de febrero.

Maldonado señala en ese texto: “El concepto de ‘cuenca’ es vital. Es un espacio físico donde se desarrolla vida (…): los seres humanos, el agua, el suelo, el aire, la flora y fauna (…) riqueza que debemos cuidar mediante planes y proyectos que aseguren su permanencia en el tiempo, hoy diríamos la sostenibilidad del sistema”.

Gracias a la Cooperación Suiza se financió el “Programa de Manejo Integral de Cuencas (Promic, 1990)”. Este programa “identificó como modelo a la cuenca de la torrentera Taquiña, mediante la hidráulica con sus componentes de geología, hidrología y geotecnia; para luego aplicar los resultados de su manejo al resto (de las cuencas). Cerca de 10 años de investigación, estudios y proyectos permitieron desarrollar el control y manejo de los suelos y del sistema productivo. Por esa razón, la Cooperación Suiza otorgó más de 20 millones de dólares, y en esta cuenca (Taquiña) cerca de 11 millones (de dólares)”.

Ya desde antes, “La ex Corporación de Desarrollo de Cochabamba (Cordeco) realizó trabajos en las torrenteras entre 1975 y 1985 para evitar daños en la parte baja (…). Hoy, el trabajo no se puede limitar a esta actividad, debe ser un conjunto de acciones para evitar un nuevo desastre, actualizar datos y estudios básicos de ingeniería, trabajos de forestación, trincheras de infiltración, colmatadores, barreras vivas con arbustos y muros de sostenimiento con gaviones y/o de hormigón, con inversiones importantes que el Estado deberá asignar.”

Pero a partir de 2007 (recién subido el MAS), “las (nuevas) autoridades (…) fueron eliminando el Promic, por intereses políticos, finalizando su accionar en 2009. Aquí es el punto de inflexión, se olvidaron del tema y le dieron más importancia al maquillaje de la ciudad (…)”.

En otras palabras, el mismo MAS agravó el problema, al descuidar el gran avance que se había logrado en esta materia con el Promic, primero, y antes con Cordeco. Por supuesto hay también nuevos problemas, como el sustancial incremento de la población, que ha ido construyendo incluso en áreas que deberían haberse respetado para evitar o disminuir la incidencia de las mazamorras (wayk’u, en quechua).

Prosigue el artículo de Maldonado “Cuando las autoridades señalan: ‘Nosotros estamos viendo el tema de las cuencas, vamos a poner más atención a los estudios para impedir que sucedan estos desastres, de manera que es un trabajo permanente’, reconocen que no hubo trabajo, y hoy las consecuencias son casi irreversibles (…). Las fotografías de Google muestran cómo en 15 años se han establecido áreas urbanas en pleno cono de deyección, sin respetar las franjas de seguridad, construyendo viviendas que hoy sufren las consecuencias de este fenómeno. Tampoco se continuaron realizando las tareas que dejó el Promic”.

Más vale prevenir que lamentar. Y prevenir definitivamente implica continuidad a lo largo de gobiernos de cualquier tipo político, que nunca son eternos.

Es antropólogo lingüista y jesuita.