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Oscar 2018: apuestas y deseos

Los tres primeros meses del año son el parque de atracciones para los amantes del buen cine. “Gracias” a la academia de Hollywood, podemos disfrutar películas que no vemos el resto del año, cuando la cartelera es monopolizada por lo peor del cine comercial, repartido entre explosiones, superhéroes y terror. Incluso podemos toparnos en una sala oscura con un filme subtitulado hablado en inglés, italiano y alemán sobre una relación homosexual romántica y erótica entre un joven y un guapo señor, sobre la pasión del primer amor (Call me by your name, del siciliano

Luca Guadagnino, la joya escondida del año). Este domingo se celebra la globalizada gala donde se anunciarán los ganadores. Y como en los cines de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz hemos podido ver fugazmente la mayoría de las películas candidatas a los premios más importantes, van mis apuestas y deseos.

Mejor película: son nueve las nominadas y en nuestros cines se han podido ver siete. Espero que estrenen Lady bird, de la neozelandesa Greta Gerwig, la única dirigida por una mujer. Mi apuesta es que ganará La forma del agua, del mexicano Guillermo del Toro. ¿Por qué? Llega como la gran favorita, tiene 13 nominaciones y es una fábula fantástica y romántica anti-Trump, con homenaje al cine musical y la edad de oro de Hollywood. Será una bofetada a las medidas racistas, fascistas y misóginas de la Casa Blanca. Y el Presidente no se aguantará y tuiteará la noche del domingo contra los “izquierdosos” del séptimo arte. El amor, como el agua, no tiene forma; el odio sí. Mi deseo es que gane su gran rival: Tres avisos por un crimen (Three billboards outside Ebbing, Missouri) del dramaturgo londinense con raíces irlandesas Martin McDonagh. Otra fábula, pero esta vez negra, cruel, vengativa, sin redención, pero esperanzadora.

Mejor director: son cinco los nominados y no está McDonagh. Mi apuesta es que ganará el cuatecito del Toro. Triunfó en Venecia y ya tiene en su poder el premio del sindicato de directores. Apuesta segura. Mi deseo se llama Paul Thomas Anderson (El hilo fantasma), quien factura una película clásica en corte de romance enfermizo y tóxico. No me enojo si gana Christopher Nolan por la épica Dunkerque. Una sala de cine para cinéfilos programaría en sesión doble (nostalgia pura) esta película junto con Darkest hour (Las horas más oscuras), pues sus argumentos se complementan. Pura quimera.

Mejor actor: mi apuesta es otro fijo de la noche. Gary Oldman consigue reencarnar a un Churchill perfecto. Kilos de maquillaje, un acento inglés de “sir”, una composición actoral sublime. Mi deseo es que triunfe Daniel Day-Lewis, va por su cuarto Oscar y podría ser el último, pues ha anunciado su retiro (a punto de cumplir 61 años). Desde que lo vi en 1993 corriendo delante del RUC y el Ejército británico por las calles y tejados de West Belfast (In the name of father) es uno de mis actores favoritos.

Mejor actriz: mi apuesta es la señora Meryl Streep, quien ha roto todos los récords. Ha logrado su nominación número 21 por The post (de Steven Spielberg), de obligada visión en cine oscuro para todos los periodistas del mundo. Doña Meryl es siempre la mejor de todas. Lleva tres Oscar y 168 premios internacionales. Ha estado en el ojo del huracán por su amistad con el depredador sexual Harry Weinstein. Pero mi deseo es que gane Frances McDormand por su papel de antiheroína salvaje en ese gran western llamado Three billboards outside Ebbing, Missouri. ¿Quién no la ama desde Fargo?

Post-scriptum: aprovecho el tema y el espacio para agradecer a los señores del Multicine (a su propietario, ingeniero Roberto Nelkenbaum Szechter, y a su jefe de programación, Eduardo Calla) el constante abuso que sufrimos los asiduos: cambios de programación de un día para otro sin avisar; encendido de todas las luces de las salas cuando la película no ha terminado aún (ésta lo hace cuando acaba de pasar el último crédito); maltrato de los compañeros de la limpieza que entran en las salas charlando cuando la película no ha finalizado todavía; marginación de los filmes en versión original a horarios tan “cómodos” como mediodía o medianoche…