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2018, un Oscar peculiar

La irrupción de dos fenómenos en la industria cinemato gráfica caracterizaron la última entrega de los premios Oscar: el movimiento feminista #MeToo y la influencia creciente de la cultura latinoamericana en la meca del cine norteamericano. Por cuestiones de espacio, en esta oportunidad nos vamos a referir únicamente al primer caso, que se exteriorizó incluso antes del inicio de este evento, tras la llegada de las actrices a la alfombra roja.

En efecto, muchas de ellas aprovecharon esta palestra para recalcar que su cruzada no es una moda pasajera, sino algo más grande, que va a continuar hasta tener “un mundo seguro” para las mujeres, “luchando porque se legisle contra el acoso sexual y utilizando el activismo para lograrlo”… en palabras de la actriz Mira Sorvino. A su vez Ashley Judd, quien al igual que Sorvino vivió en carne propia el acoso de Harvey Weinstein, tampoco perdió la oportunidad para recordar que el movimiento #Metoo “pretende que la culpa caiga sobre quien la merece, el acosador; y que las mujeres en cualquier sector tengamos lugares seguros para trabajar”.

Una vez iniciada la ceremonia, este apoyo se condensó en pequeños gestos como las bromas intercambiadas entre Jodie Foster y Jennifer Lawrence, pero también y sobre todo en los discursos enunciados por varones y mujeres, que han dejado frases memorables como catalogar al Oscar como “el premio más respetado de Hollywood: las manos están donde deberían verse, no dice palabrotas y no tiene pene. Es, literalmente (…) el tipo de hombre que necesitamos ahora mismo en esta ciudad” (Jimmy Kimme dixit).