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Resurrección

Cristianos o no, el recuerdo y la celebración de la Pascua igual va a conmover el cotidiano vivir de nosotras y nosotros, de las y los mortales. Los calendarios ya están marcados y los gobiernos no van a contradecir los feriados de la llamada Semana Santa, santa alianza sellada y sacramentada.

Ciertamente la Semana Santa, además de las vacaciones, tiene la virtud, cuando te pones en onda de reflexión, de confrontarnos con la vida misma, nos guste o no (repito). ¿Cómo así? Respondo a la pregunta trayendo desde la memoria las palabras de mi hacedora, mi mamá Naty. Ella diría las palabras con pausa, una por una: “No hay que alegrarse mucho como si fuera Domingo de Ramos, ni comer tanto como el Jueves Santo. ¡Cuidado!, porque después viene el viernes, y ahí vas a saber lo que es canela, se sufre”.

Todos tienen su Viernes Santo, es parte de la vida y hay que saber eso. Pero claro, llega el Domingo de Resurrección, que es el momento de un nuevo ciclo; y eso es otra cosa. Ya con más madurez, más sabiduría y demás aprendizajes, no te tomas tan en serio todo lo que te dijeron y te halagaron el Domingo de Ramos, pues ya probaste tu Viernes Santo; y el Domingo de Resurrección nos recuerda la muerte del viernes pasado.

Siguen vigentes las enseñanzas de las abuelas sobre la Semana Santa. Y sí, ciertamente puedo afirmar que en este 2018 estamos en la resurrección, tanto a nivel personal como políticamente; pues también siento cómo se dibuja la resurrección de nuestros procesos políticos revolucionarios en este territorio de la llamada Bolivia.

Venimos de muchos golpes desde 2016. Se sucedieron todas las mentiras y traiciones que jamás nos imaginamos que podían suceder. Recuerdo que nos previnieron respecto a no confiar, y que la derecha preparaba una grande de la mano de traidores y traidoras. Esa bomba tuvo su comienzo en el beso de la traición. Luego fueron las lanzas de la mentira, la calumnia y la difamación que a través de las redes sociales atravesaron los costados, desde la derecha y desde la izquierda. Creyeron matar la confianza en el proceso revolucionario matando la imagen del líder. ¿Pero ven?, no pudieron, el Evo se proyecta exitosamente para 2019.

Pero esta no es necesariamente la resurrección revolucionaria de la que quería hablar. La resurrección de nuestros corazones rebeldes y libertarios tiene que ver con la recuperación de la confianza en nosotras y nosotros mismos. Implica criticar y autocriticarnos. Es la certeza de saber que es construyendo y no destruyendo cómo vamos a avanzar, ubicando todos los errores que cometimos en este camino de transitar los sueños revolucionarios.

El Viernes Santo ya pasó, el sábado fue el puente en el que, reflexionando, vamos a resucitar con la fuerza de lecciones aprendidas, con el corazón atravesado por las lanzas. Pero un corazón que ama a su pueblo sabe curarse, sabe remendar las heridas con hilos de consecuencia, de honestidad, compromiso y de trabajo incansable por el proceso de cambios revolucionarios. ¡Que viva la resurrección!

Es feminista comunitaria.