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Disputa global por los recursos naturales

Frente a la disputa global por los recursos naturales, Bolivia tiene la posibilidad de tomar una postura diferente, no solamente en términos de soberanía en la gestión de éstos, sino también respecto a cómo asumir una nueva relación con la naturaleza. Y a partir de esta visión se podrá definir de qué índole serán las relaciones geopolíticas y geoeconómicas entre Bolivia y el mundo.

Es fundamental impedir la depredación de la naturaleza y buscar alternativas al desarrollo y no desarrollos alternativos. Ante la crisis sistémica del capitalismo, una crisis civilizatoria, Bolivia tiene la posibilidad de irradiar al mundo un nuevo paradigma: el Vivir bien (Suma qamaña), el cual representa no solo una crítica epistemológica a la modernidad, sino también el desafío de construir una nueva praxis política y un nuevo modelo económico. Así, se hace evidente la necesidad de cambiar el marco de desarrollo occidental, moderno, capitalista, que limita nuestro lenguaje y nos impide traducir en la práctica el cambio de paradigma civilizatorio.

Desde algunos sectores se ha planteado la necesidad de una “reapropiación” de los recursos naturales que conduzca a una gestión social de éstos. Es necesario descolonizarnos de esta idea. No podemos pensar a la naturaleza en términos de apropiación y reapropiación. Al caer en esta trampa repetimos la determinación fundamental del sujeto moderno que piensa todo en términos de propiedad (privada), reproduciendo las estructuras de dominación.

Por otro lado, tampoco podemos pensar a la naturaleza en términos de “recursos”. Caer en esta trampa del lenguaje implica ceder ante la visión capitalista mercadocéntrica, desde la cual todos los seres del mundo (incluso los humanos) han sido reducidos a condición de bienes de compra-venta, ¡a simples objetos!

Un cambio de paradigma pasa por pensar la naturaleza y asumir una relación con ella desde otra posición. Hay que desligarse de los conceptos de “apropiación” y “recursos”, entendiendo a la naturaleza no como un ser infinito, y por lo tanto eterno, del que podemos extraer sus frutos indiscriminadamente y por siempre, sino como un sujeto vivo, como afirma Rafael Bautista. Al entenderla como sujeto comprendemos su finitud, y entenderemos que la continuidad del extractivismo es inviable e implica la autodestrucción humana ¡y planetaria! Asimismo, podremos establecer una relación de sujeto a sujeto, y por lo tanto, de respeto, donde el “reapropiarnos” ya no es una posibilidad razonable.

¿Por qué abandonar la idea de gestión “social”? Lo social privilegia lo humano por encima de cualquier otro tipo de existencia, reproduciendo así la tendencia a la sobreexplotación de la naturaleza, supuestamente destinada a beneficiar a la sociedad.

El nuevo paradigma nos invita a pensar en una gestión “comunitaria”, pues se trata de preservar la comunidad de seres vivos y no solamente al hombre. Resulta de vital importancia recuperar esta relación comunidad humana-naturaleza (Pachamama), cuyo ejemplo encontramos en nuestras comunidades indígenas, para interpelar al capitalismo decadente. Es obligación nuestra repensar y reconstruir el lenguaje, pues a partir del lenguaje se construye la política.