Hoy los legisladores de la Asamblea Nacional de Cuba elegirán a los nuevos miembros, vicepresidentes y al presidente del Consejo de Estado, órgano que maneja las riendas de la isla encabezado hasta ahora por Raúl Castro; quien a su vez recibió la posta de su hermano, Fidel, luego de que gobernara la mayor de las Antillas durante 47 años. Los analistas coinciden en que el sucesor de Raúl será Miguel Díaz-Canel Bermúdez, de 58 años, cuya principal particularidad consiste en no formar parte del grupo que impulsó la Revolución cubana en 1959, sino de una nueva generación.
Es decir que se trataría de un relevo generacional que podría impulsar cambios sustanciales en la isla, impulsados por cuadros jóvenes en los aparatos gubernamentales con una visión distinta a la de los “barbudos” que derrocaron a Batista. Además, este impulso podría verse reforzado por la propia dinámica de las reformas registradas en la última década (ampliación del sector privado, cobro de impuestos, entrega de tierras en usufructo, autorización para la creación de cooperativas no agropecuarias, mayor apertura para poder viajar libremente, entre otras). Transformaciones que, por su propia naturaleza, conllevan una disminución de la presencia estatal sobre la población, base del actual modelo socialista cubano.
De allí que Díaz-Canel, o quien ocupe el lugar de Raúl, deberá decantarse entre aquellos que piden más reformas económicas y una mayor apertura al exterior, y quienes abogan por conservar el control de la economía y la opinión pública para asegurar la estabilidad política.