Sexualidad y concursos de belleza
Los cánones de belleza que promueven los concursos están íntimamente ligados al erotismo y la sexualidad.
Ante el incremento de la violencia sexual ejercida contra los niños, niñas y adolescentes del país, el Concejo Municipal de La Paz aprobó el martes una norma que prohíbe los concursos de belleza infantil y desfiles de moda que incluyan a menores de edad, así como la utilización erotizada de modelos entre seis y 16 años en las gigantografías y otros carteles publicitarios.
Respecto a los concursos de belleza, no sobra recordar que estos certámenes fueron concebidos para promocionar marcas de ropa y agencias de modelos, y en poco tiempo se convirtieron en lucrativos negocios que además de apuntalar la industria de la moda hoy abarcan diversos rubros. No por nada Donald Trump decidió comprar en 1996 los derechos del concurso de belleza más famoso del mundo: Miss Universo.
Ahora bien, además de estar impulsados por amor al dinero, “motor” que, como bien se sabe, conlleva innumerables males (por ejemplo, en ciertas regiones los concursos de belleza se encuentran vinculados con la trata de personas con fines de explotación sexual), estos certámenes promueven estereotipos en los que prima una delgadez extrema e influyen en el imaginario de las personas en general y de las adolescentes en particular. De hecho, no son pocos los que incursionan en dietas recurrentes, ejercicios extremos y/o costosas cirugías para parecerse a los modelos que ven en los desfiles y en las revistas de moda.
Además, estos cánones están íntimamente ligados al erotismo y la sexualidad. De allí la preocupación de algunos investigadores respecto a los impactos que puedan tener los concursos de belleza tanto entre las niñas, niños y adolescentes que participan, así como en los espectadores que consumen este tipo de espectáculos.
Y es que procurar encajar en los moldes de belleza que marcan los adultos previsiblemente induce a los niños, niñas y adolescentes a asumir su sexualidad no solo de manera precoz, sino también bajo un prisma distorsionado; amén de generar desánimo y falta de autoestima entre quienes no encajan según estos estereotipos estéticos.
En cuanto a los espectadores, no cabe duda que los certámenes que erotizan el cuerpo de los niños, niñas y adolescentes pueden potenciar los trastornos de personas con problemas mentales que se sienten atraídos por menores de edad. Y lo propio puede decirse, en mayor o menor medida, respecto a los anuncios publicitarios que erotizan el cuerpo y el rostro de las niñas y niños.
Por ello, la norma que suscita este comentario constituye ciertamente un avance en la lucha contra la violencia sexual ejercida contra este grupo etario, potenciada en cierta medida por los cánones de belleza occidental actuales que exaltan el erotismo de los cuerpos, particularmente femeninos.