La tolerancia de la intolerancia
No pasó ni un mes cuando la tortilla se volcó. Los Kjarkas lanzaron un tema mediocre, Cara bonita. Muchos quienes defendieron a Paco atacaron virulentamente al conjunto folklórico.
Puede que sea un reflejo de la política actual, en la que prima el concepto de “si no estás conmigo, estás en mi contra”, practicado por propios y extraños. Quizá sea solo una equivocada percepción artificialmente agrandada por las redes sociales. Pero no se puede negar que ahora y en diferentes niveles la intolerancia está a la orden del día e, irónicamente, cobijándose bajo el manto de la tolerancia.
Los síntomas también se dan en la cultura, generando peleas que no solo llegan a niveles ridículos, sino que también revelan que la violencia verbal y física sigue siendo una opción válida para muchas personas.
Así tenemos la exagerada reacción de folkloristas y feligreses ante el cuadro de Rilda Paco, con el que mediante una virgen mostrando ropa interior critica el abuso de la imagen religiosa y de fe por parte de los participantes del Carnaval de Oruro para justificar sus farras.
Un católico me explicó, con calma, el porqué se sentía ofendido. Entendí su punto y presenté el mío. Pero esa charla civilizada fue una excepción. Redes sociales, medios y calles se llenaron de “buenos cristianos” y “cívicos” que llegaron a amenazar a la artista con violarla o atacar físicamente a su sobrina.
No pasó ni un mes cuando la tortilla se volcó. Los Kjarkas lanzaron un tema mediocre, Cara bonita. Muchos quienes defendieron a Paco atacaron virulentamente al conjunto folklórico.
Sí, es cierto que la letra de la canción es machista, que cosifica a la mujer y que resalta algunas creencias repugnantes sobre relaciones. Y, peor aún, es interpretada por uno de los grupos más influyentes del país. Pero, al mismo tiempo, están en todo su derecho de hacerlo y no puede ser que quienes días antes defendían la libertad de expresión de una artista, reclamen porque otros la ejerzan, especialmente cuando existe la ventaja de no tener que consumir.
Recientemente se estrenó Avengers: Infinity War, cinta que representa el resultado de 10 años de formación de público y que rompió récords de venta. La cobertura del hecho ganó insultos velados de periodistas y gestores, quienes criticaron que no se informe de una cinta nacional e insultaron a quienes disfrutan de Hollywood, ignorando que sí se hicieron notas sobre la producción boliviana, con continuos elogios.
Lo más triste es que esto tapa los problemas que deben ser discutidos y resueltos: los desmanes en fiestas patronales y el atentado con explosivos en Oruro; la decadencia creativa en el folklore comercial y la persistencia del machismo en la cultura o la falta de apoyo real a la industria nacional. Todos ellos ocultos por el berrinche del disgusto.
Es periodista.