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Gentrificación o tugurización

Un nuevo término se ha puesto de moda en ciudades del norte: gentrificación. El vocablo (se usó por primera en 1964) “se refiere al proceso de transformación de un espacio urbano deteriorado, o en declive, a partir de la reconstrucción o rehabilitación de la edificación” (Wikipedia). En contraparte, el término tugurización se aplica en urbanismo a “la transformación de un determinado espacio en un lugar de malas condiciones para vivir o estar”. En lenguaje simple sería: la metamorfosis gradual de los espacios urbanos en cuchitriles o antros. En suma, son dos acciones diferentes e incompatibles que se dan en la ciudad.

Uso estas definiciones para ilustrar una preocupación de muchos años: la continua degradación del paisaje urbano paceño. No es una queja de clase (no faltan los políticos desubicados) ni tampoco el clamor de un viejo latoso; es una constatación fáctica que debería molestar a todos sin excepción, a no ser que ya vivamos la pesadilla de Saramago en su Ensayo sobre la ceguera.

Van algunos ejemplos en el campo del comercio para avalar mi reflexión. Nos hemos transformado en una cuidad-cartel donde anuncios de todo tipo, tamaño, color y forma tugurizan nuestro paisaje urbano. Desde el pequeño letrero que anuncia “Baño a Bs 1”; hasta el enorme que reza “Ya llega la Tecnología 5G”; pasando por innumerables carotas de políticos, músicos de salsa chicha o modelos en pelotas. Todo es cartel en esta ciudad. Todo es publicidad sin restricciones.

Otro ejemplo es la continua toma de edificios públicos o privados para transformarlos en comercios de ropa usada, artículos de cuero o cualquier chuchería en espacios mínimos de circulación y con puestos de medio metro cuadrado. Son verdaderos laberintos que han vuelto millonarios a algunos dirigentes gremiales. En el céntrico paseo de El Prado, por ejemplo, han tomado un cine, casas patrimoniales y un hotel que era de lujo, y han instalado al interior el infierno de Dante. Es una plaga que tuguriza todas las zonas de esta ciudad. Si consideras que esto tiene respetables raíces culturales, estamos listos.

Para concluir con optimismo, les recuerdo que jóvenes empresarios paceños apuntan al otro fenómeno e invierten en “gentrificar” zonas antes depauperadas y dotarles de otro aire. En Sopocachi, en la calle Murillo, cerca del Gobierno Municipal o en la placita Tomas Frías tienen negocios de gastronomía o de café que son un orgullo y un motivo de visitas turísticas nacionales e internacionales. De a poco, estos jóvenes están situando esa modalidad en barrios depauperados, logrando un nuevo paisaje urbano. Ojalá que a esos jóvenes no los fundan con impuestos y tasas que los tugurios, por supuesto, no pagan.