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Crisis cambiaria

En los últimos días, la moneda argentina ha registrado niveles mínimos frente a la divisa estadounidense, situándose en torno a los 24,5 pesos por cada dólar, 45% más respecto a hace dos años. Los especialistas coinciden en que esta crisis cambiara deviene por la salida de capitales golondrina y en especial por el elevado déficit fiscal, que está siendo financiado con más deuda.

Por caso, entre 2016 y 2017 la deuda pública argentina se incrementó en $us 80.269 millones, equivalente al 15% del PIB. A pesar de ello, la economía creció tan solo 0,6%. Y esta política se habría repetido este año. Por ejemplo, según explicó el periodista Fabián Restivo en el último programa de Piedra, papel y tinta, semanas atrás el gobierno de Macri intentó vender más bonos para cubrir el déficit. Sin embargo, en esta ocasión los inversionistas rechazaron una nueva compra con el argumento de que el Estado no tendría capacidad para honrar mayores deudas. Y este rechazo habría encendido las alarmas en los mercados bursátiles, con la consecuente pérdida de confianza y la depreciación del peso argentino.  

Por otro lado, este fenómeno se habría visto agravado por “factores estructurales”, en palabras del otro panelista invitado, el también periodista Fernando Molina. Esto porque Argentina es una “economía muy orientada a la exportación”, lo que además de encarecer la vida y los productos en el mercado interno, la vuelve muy vulnerable ante la inflación. Y frente a esta situación, la población ha adquirido la costumbre de comprar dólares como una estrategia para preservar su riqueza. A ello se sumaría la salida de capitales golondrina en grandes cantidades que, según Molina, llegaron a Argentina atraídos por las políticas liberales de Macri y las elevadas tasas de interés, pero que habrían empezado a salir frente a una mejora en las tasas de interés en Estados Unidos y por el reciente establecimiento de un impuesto a las actividades financieras.

Estos factores coyunturales y estructurales explicarían por qué la población comenzó a demandar dólares en grandes cantidades en Argentina en los últimos días, con la consecuente depreciación de la moneda local y todo lo que ello conlleva (pérdida de poder adquisitivo del dinero, aumento de las deudas, mora, más pobreza, etc.). Frente a esta delicada situación, el Banco Central puso a la venta $us 5.000 millones de sus reservas y elevó las tasas de interés de las letras al 40%.

A pesar de ello, el peso argentino ha seguido perdiendo terreno frente al dólar, lo que habría impulsado al presidente Mauricio Macri a anunciar su intención de solicitar un préstamo al FMI para frenar la devaluación. Decisión que además de generar el rechazo de gran parte de la población podría resultar contraproducente, pues no ataca la raíz del problema y, como bien se sabe, el FMI suele pedir condiciones draconianas para otorgar préstamos que afectan las políticas sociales y no garantizan la mejora de la economía.