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Pedro Sánchez apostó… ¿salto al vacío?

Tras la transición más rápida de la democracia española (bastante joven para los tiempos europeos), Pedro Sánchez Pérez-Castejón recibió la jefatura del Gobierno de parte del rey Felipe VI (sin Biblia ni crucifijo por primera vez), y se convirtió así en el séptimo mandatario español desde la Transición, el primero en llegar a La Moncloa luego de defenestrar al anterior gobernante con una moción parlamentaria de censura. Así, el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) alcanzó lo que buscaba hace tanto tiempo. ¿Pero lograrlo fue un éxito de Sánchez y del PSOE?, o por lo contrario, al igual cómo le pasó a Pedro Pablo Kuczynski en Perú, ¿fue la suma de los errores de Mariano Rajoy Brey y del Partido Popular (PP): corrupción, medias verdades y muchas mentiras?

Como escribí en ¿De Guatemala a Guatepeor?: La España de Pedro Sánchez (El Deber, 02/06/2018), la corrupción sistémica de gran parte de la clase política española devino en forma de gobernar por la falta de escrúpulos y transparencia no solo del PP, sino también del PSOE (caso Malaya, los ERE, incluso el caso Gürtel), del Convergència Democràtica y en Cataluña y de su heredero PDeCAT, entre otros, lo que ha provocado en gran parte de la población el desapego y descreimiento de la política, y de rebote, el surgimiento de propuestas suicidas como Podemos y su modelo chavista.

La condena de la trama Gürtel (coimas y financiamiento partidario ilegal a cambio de contratos a precios inflados, como en los escándalos del Lava Jato brasileño) incluyó al PP como “partícipe a título lucrativo” (convirtiéndose en el primer partido en el Gobierno condenado por corrupción),  además de confirmar la contabilidad paralela e ilegal del partido (la “caja B”) y cuestionar la credibilidad de las declaraciones judiciales de Rajoy.

Más que una victoria de Sánchez y del PSOE, la censura fue la victoria de la mayoría del espectro político contra el PP y Rajoy (político inmovilista, indeciso y pusilánime), porque, aunque sacaron a España de la crisis que creció con la demagogia populista del anterior gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero (ahora garante de Maduro, el mismo que la vocera del PSOE describió, sin pudor ni memoria, de “esperanza y de ilusión”), no solucionaron problemas sociales ni combatieron la corrupción.

Sánchez tendrá graves retos, empezando por Cataluña (el nuevo presidente de la Generalitat, Joaquim Quim Torra i Pla, también juró el sábado, finalizando la aplicación del Arty 155), deberá pagar las “deudas políticas” que ha contraído (las más difíciles, con Podemos y con los nacionalistas) y gobernar en la necesidad de alianzas para cualquier decisión, porque España es una democracia parlamentaria y los socialistas solo tienen 84 de 350 diputados (24%) y 62 de 266 senadores (23%), su nivel más bajado desde la redemocratización.

Entre sus retos están el sobrevivir con la política de austeridad de la Unión Europea (la cual siempre crítico); los muy altos niveles de deuda (cerca del 100% del PIB) y de desempleo (17,4%), entre los más altos de la UE; y aunque el crecimiento pronosticado (2,6%) es de los mejores de la región, tendrá que equilibrar todos estos indicadores para poder cumplir con una prometida redistribución económica. También deberá moderar las fuerzas centrífugas que desde Cataluña y otras regiones intentan desmembrar el país y convivir con sus dos peores enemigos: el PP y Podemos. Las políticas que tome la nueva administración reducirán o reforzarán el continuo drenaje de votantes, los de centro hacia Ciudadanos y los de izquierda hacia Podemos; eso se comprobará en las próximas elecciones, otra incógnita a dilucidar.