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Sin plásticos

El 5 de junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente. La ONU estableció esta fecha en 1972 pidiendo “a los gobiernos y a las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas que todos los años emprendan en ese día actividades que reafirmen su preocupación por la protección y el mejoramiento del medio ambiente, con miras a hacer más profunda la conciencia de los problemas medioambientales”. Muchos nos preguntamos por qué tantos días internacionales, ¿para qué sirven? Su principal propósito es concientizar, llamar la atención sobre un asunto importante y pendiente, de tal manera que los

Estados actúen y tomen medidas, o en su defecto, para que los ciudadanos así lo exijamos a nuestros gobernantes.

El lema de este año, #SinContaminaciónporplásticos, es un llamado a fomentar la conciencia y la acción global para eliminar la contaminación por plásticos. Si bien el plástico tiene muchos usos valiosos y nos ha facilitado la vida en muchos sentidos, nos hemos acostumbrado a darle un solo uso para después desecharlo de manera alarmante. En el mundo se utilizan cerca de 5.000 millones de bolsas plásticas cada año; cada minuto se compran 1 millón de botellas de plástico, y el 50% de los plásticos que consumimos son de un solo uso.

Si bien la preocupación mundial está centrada en la gran cantidad de plástico que se vierte a los océanos, cerca de 13 millones de toneladas, causando la muerte de al menos 100.000 animales marinos al año, en Bolivia el elevado consumo de plástico también es preocupante, principalmente en las ciudades capitales, por cuanto genera serios problemas de contaminación en las cuencas urbanas.

La contaminación por plásticos es un desafío ambiental que debe ser atendido, ya que se espera que la producción mundial de estos productos se duplique en los próximos 15 años. Debemos replantear la forma en que producimos, usamos y gestionamos el plástico. En esta tarea los gobernantes, el sector privado y los ciudadanos tenemos roles que cumplir. Los gobiernos deben liderar la promulgación de políticas y leyes que impulsen una economía que frene la producción y uso innecesario de plásticos desechables. El sector privado está llamado a innovar su forma de producir y a ser ambientalmente responsable. Los ciudadanos debemos actuar como consumidores informados, exigiendo productos sostenibles y cambiando nuestros hábitos de consumo.

Es impresionante el poder que los consumidores podemos jugar para cambiar las reglas de juego. Invitamos a que cada uno de nosotros nos sumemos a los miles de ciudadanos responsables que están rechazando el uso innecesario de bombillas, platos y cubiertos desechables, y que ya no usan bolsas plásticas para las compras diarias. Con pequeños cambios podemos hacer la diferencia.