México, hora de soñar
No me interesa ponérsela dura a hombres que no me hagan soñar”, dice Viginie Despentes, y la frase es casi una metáfora. “Si no puedo bailar, no quiero tu revolución”, diría Emma Goldman; y la invocación es casi una plegaria, pero no una oración de ruegos y peticiones, sino una de gratitud por la vida.
Sí, porque de sueños y bailes se hace la vida. Y eso es lo que acaba de expresar México, la tierra de Emiliano Zapata, de Pancho Villa, del subcomandante Marcos. En el país donde el 10% más poderoso controla dos tercios de la riqueza y donde el 1% concentra uno de esos dos tercios. Bueno, en ese país los pobres descubrieron (al igual que en Bolivia en 2005) que mejor que vender el voto por los candidatos de la derecha era votar por uno de izquierda.
Así, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), al que le robaron dos elecciones anteriores, será posesionado el 1 de diciembre como nuevo presidente del país al sur del río Bravo.
Los desafíos son múltiples, pero van más allá de la lucha contra la corrupción o el narcotráfico. López Obrador deberá tener la cintura para transar con los empresarios y los obreros para mejorar la vida de los trabajadores y reconstruir la industria nacional. Deberá impulsar el desarrollo necesario para que la gente migre porque quiere (si es que lo quiere) y no por necesidades económicas. Y tendrá que lograr reconstruir un país donde los poderes fácticos, como la Policía, estarán contra él.
¿Podrá el nuevo Gobierno combinar a los evangélicos que lo apoyaron con los militantes del movimiento LGTB que también están en sus filas? ¿Hallarán puntos de convergencia los trabajadores y la patronal que votaron por López Obrador? ¿Encontrará AMLO espacios comunes con Donald Trump que eviten escenas tan denigrantes como la separación de niños de sus padres y su reclusión en campos de concentración?
Esa historia está por construirse. América Latina está expectante, como lo estuvo cuando Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo o cuando los zapatistas se levantaron al grito de “para todos todo, para nosotros nada”.
Y ya que comenzamos esta columna con Goldman, me viene a la cabeza otra frase de la gran revolucionaria anarquista: “Pedid trabajo si no os lo dan; pedid pan, y si no os dan ni pan ni trabajo, coged el pan”. Y para coger el pan es que los mexicanos más pobres han votado por el hombre que les hizo soñar, lo cual bien visto es una forma de bailar con el mañana.