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Algunas lecciones del Mundial de Fútbol

Son muchas las lecciones que nos deja el Mundial de Fútbol Rusia 2018. Por ejemplo los nuevos patrones de juego, como la utilización del videoarbitraje (VAR), los cuatro cambios para cada equipo y las nuevas estrategias y tácticas. Pero también persisten las viejas prácticas, como el ego de los futbolistas, el gusto por tatuarse gran parte del cuerpo o la forma de vestir de los directores técnicos con corbata, las cuales seguramente seguirán reproduciéndose en los diferentes países en los que se practica este deporte.

Pero la lección más importante que nos deja para nuestro continente de Abya Yala y particularmente para Sudamérica es la estrepitosa caída de varias selecciones favoritas. El triunfo de México contra Alemania nos hizo entusiasmar que se podía llegar más lejos. Argentina y Brasil, que siempre se autocalifican de ser los mejores y favoritos, cayeron de manera calamitosa frente a selecciones que no tenían grandes “estrellas” como Messi o Neymar Jr. El caso de Uruguay es digno de mención, sobre todo por la humildad con la que encaró el campeonato.

Los equipos europeos mostraron gran pragmatismo, mucha velocidad y, sobre todo, gran efectividad a la hora de marcar los goles, que es lo que les faltó a las selecciones de nuestro continente. Creo que Messi solo mostró algún atisbo de lo que se dice ser y tal parece que acabó su ciclo. Me parece que no es un jugador de selección, sino de equipos de futbol. Neymar Jr. se mostró el colmo de “teatrero”. El mundo entero se mofa de él por fingir muchas infracciones y exagerar sus reacciones. A la banalización de su vida se suman sus escándalos, lo que lo muestran como un jugador p’ajp’aku; aunque todavía se cree una “estrella”.

El juego bonito sudamericano cayó frente al pragmatismo y la velocidad de los seleccionados europeos. ¿Pero quiénes son estos jugadores? Un buen número son hijos de emigrantes africanos y uno que otro latino. En términos sociológicos y culturales, ver negros en selecciones europeas “blancas” constituye una evidente visibilización social y cultural. Pero a la vez es muy contradictorio, porque a pesar de su gran aporte en este deporte siguen siendo “los indeseados visibles”. Para el caso de Francia, se dice que varios de sus jugadores de color no son franceses de nacimiento, sino por nacionalidad. ¿Cuál es la diferencia? En la realidad no es más que la nueva forma de racismo encriptado en lo futbolístico.

África y Asia mostraron gran entusiasmo, pero por qué no pudieron avanzar hacia los octavos de final. Los grandes protagonistas de las selecciones europeas son jugadores afros, es decir, con raíces africanos. ¿Entonces por qué a los africanos no les fue bien? Y lo propio cabe preguntarse respecto a Colombia, Perú y Panamá, que cuentan con varios jugadores de ascendencia africana. Creo que tiene ver con la educación en el fútbol, sus formas de disciplina, etc. El joven francés Kylian Mbappé, de ascendencia camerunesa y argelina, no solo es uno deportista, sino que además quiere ser filántropo, ayudando a causas justas y humanas. ¡Qué diferencia con Neymar, quien solo piensa en tener más aviones privados! ¿Verdad?

Otra enseñanza que nos deja el Mundial es que hay selecciones de puro batallar y convicción, como Croacia; y otras que apuestan por jugadores jóvenes, como Francia. Nuestros referentes (Argentina, Brasil y otros menores) han muerto. Por lo tanto, queda mirar a otros países como Croacia o al mundo africano. ¿Será que nuestros equipos profesionales contraten a jugadores de estos países que han tenido éxito en el Mundial que ya casi finaliza? Piluta mat’aqirinakaxa taqiniruwa parlayistu, amuyt’ayistu, ¿janicha ukhamaxa?