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Ley de Organizaciones Políticas

Recientemente, el Órgano Electoral Plurinacional (OEP) presentó el proyecto de Ley de Organizaciones Políticas (LOP) a la Asamblea Legislativa Plurinacional. A pesar de la relevancia de esta propuesta, no he percibido la necesaria discusión social que debería generar y, más allá de algunas voces distorsionadas, poco o nada se ha mencionado sobre los puntos clave de esta propuesta.

Es un error esperar que la discusión en torno a la LOP sea un tema exclusivo de las organizaciones políticas (a las que queremos regular), o de nuestros representantes en la Asamblea (miembros también de dichas organizaciones), puesto que quienes ganamos o perdemos en la negociación somos los ciudadanos y ciudadanas, interesados finales de la cualidad democrática en la que vivimos.    

El OEP ha hecho un meritorio esfuerzo de más de un año para discutir el contenido de la LOP, reuniendo la voz de jóvenes, representantes de pueblos indígenas, organizaciones de mujeres, dirigentes y delegados de partidos políticos, entre otros. Una constatación sorprendente en estos diversos espacios es que son pocos los consensos que los bolivianos y bolivianas tenemos cuando hablamos de los objetivos y valores de la democracia; por ello se torna aún más necesaria la discusión pública en torno a la LOP.

Tal vez lo único en que nos ponemos de acuerdo es en el mal nombre del que actualmente gozan las organizaciones políticas. ¿Quién quiere discutir sobre los partidos, si estamos incluso dudando de su sobrevivencia futura? Una ley, por más buena que fuere, ¿resolverá la profunda crisis de legitimidad de estas organizaciones? El problema es que, por más que nos disguste el desempeño actual de dichas instituciones, todavía no hay forma de sustituirlas, y serán ellas las que en el corto tiempo seguirán gobernando nuestra vida democrática.

Por ello quisiera mencionar al menos tres puntos que contiene la LOP y que vale la pena profundizar en su discusión: i) el avance en la democracia interna de los partidos, ii) la discusión sobre su financiamiento, y iii) la propuesta de la democracia paritaria como horizonte. Creo que en estos tres puntos podemos encontrar el corazón de los temas estructurales que esta propuesta aborda.

En la actualidad, las organizaciones políticas, base de nuestra democracia, son las instituciones menos transparentes y democráticas del sistema. Por ello, en primer término es urgente discutir una serie de medidas de democracia interna e institucionalidad que propone la norma. Con este propósito se estimula la renovación de liderazgos; se enfatiza la participación de la militancia y su formación, tanto como la participación política de las mujeres, la elección democrática de dirigentes y las distintas formas de elección de candidaturas de cada organización.

En segundo término, la LOP propone discutir sobre el financiamiento estatal a las OP, asumiendo que un mal uso de nuestros recursos (temor generalizado) es un mal menor frente a la posibilidad de la privatización del campo político; además de los efectos perversos de la falta de competencia en igualdad de condiciones y los compromisos que los políticos asumen frente a sus donantes privados. La LOP propone un modelo innovador mixto que combina el financiamiento privado restringido, con una modalidad de fortalecimiento público, tanto para procesos electorales como en años no electorales.

Por último, es de destacar la propuesta para la profundización de la democracia paritaria que plantea la norma, proponiendo en las organizaciones políticas un régimen interno de género que garantice la equivalencia y la igualdad de oportunidades, así como la prevención y sanción de la violencia y acoso político.

La crisis de credibilidad de las organizaciones políticas es una excelente oportunidad para discutir, en clave de futuro, un horizonte posible de cambio de estas instituciones, protagonistas centrales de la calidad democrática que como ciudadanos y ciudadanas buscamos gozar.