Agua
El agua está relacionada con la vida. No debe olvidarse que el ser humano es esencialmente agua. Cerca de un 75% del cerebro humano está constituido por agua. El agua ayuda tanto a la circulación de la sangre como a la regulación de la temperatura corporal. La pérdida de un aproximado del 20% del agua en un cuerpo humano puede llevarlo a la muerte. Asimismo, es posible que una persona sobreviva sin alimento, pero es imposible que sobreviva más de 48 horas sin agua. Los científicos buscan la existencia de agua en otros planetas como una prueba de la posibilidad de existencia de vida.
El agua es mencionada 25 veces en nuestra Carta Magna, haciendo de ésta una Constitución hecha de agua. Desde el preámbulo, que hace recuerdo a la “guerra del agua”, hasta su mención como un derecho fundamentalísimo (Art. 373), el único derecho que se denomina así.
Asimismo, el agua es un derecho fundamental (Art. 16). Es un servicio básico (Art. 20). Es un recurso natural estratégico. Es la materia misma del servicio de agua potable, ya sea de provisión estatal o de provisión por medio de empresas comunitarias, cooperativas o mixtas (numeral 2, Art. 309). También es parte de nuestras fronteras (Art. 377, parágrafo II), al punto de que 6.832 kilómetros de límite internacional están marcados con este elemento (más del 50% de nuestra frontera es de agua). Es un cuerpo susceptible de conservación y preservación (Art. 389, parágrafo II). Es un recurso finito, vulnerable y estratégico (Art. 373, parágrafo II). Es decir, el agua lo es todo. Está presente en la caracterización de un servicio, en la caracterización del territorio, y en el catálogo de derechos. Y obviamente la lucha por este elemento se encuentra en la memoria de la población boliviana, en la mencionada “guerra del agua” sucedida entre enero y febrero de 2000.
Esta guerra, iniciada en Cochabamba, se suscitó a partir de la protesta de ciudadanos que reclamaban contra el incremento de las tarifas de agua potable. En septiembre de 1999 se firmó un contrato con la multinacional Bechtel para privatizar el suministro de agua potable a Cochabamba. Este contrato permitía la venta de agua y prohibía a los regantes su uso, a menos que tengan licencias y permisos. De esta manera estaba previsto que los precios por el agua potable privatizada se incrementen en más de un 100%. Cansados del suministro ineficiente de agua y ante la amenaza de tarifas más altas, la población se enfrentó al Gobierno. A esta movilización se la denominó “guerra del agua”.
Bolivia es un país que tiene en su pasado, en su presente y en su futuro el agua, al punto que demanda en foros internacionales un acceso al mar; es decir, un acceso a la fuente más grande agua del planeta.