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Clamor por la vuelta al mar

El pasado diciembre, en una cafetería de El Prado cochabambino, acordamos encarar un proyecto urgente: apoyar, con lo que sabíamos hacer, la demanda boliviana por una salida soberana al mar ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Hoy, siete meses después, tenemos el producto terminado, un CD con 12 canciones sacadas de la memoria histórica sobre pueblos, costas, puertos, ciudades y recursos naturales del Litoral que nos usurpó Chile desde 1879.

Señas y pruebas: tres compositores de gran nivel, Marco Lavayen, Rolando Malpartida y Julio Alberto Mercado; y un poeta metido a letrista, yo, pactamos componer un cancionero que interprete el clamor por la vuelta al mar, dado que nuestra arcaica demanda de reposición marítima había dejado de ser un pleito de vecindario y estaba ya en el conocimiento mundial ante las Naciones Unidas, en La Haya.

Ahora tenemos 12 temas para que la gente las cante en sus variaciones de suite, tinku, bailecito, cueca, salay, baguala, toba, joropo y otras modalidades. Un bello trabajo de los tres cantautores y sus grupos, al menos 24 instrumentistas escogidos de entre los mejores. El disco Clamor por la vuelta al mar (12 oleadas sonoras del amartelo boliviano) fue hecho con el apoyo financiero de los ministerios de Comunicación y de Culturas y Turismo; y el Banco Unión, a gestión del magnífico periodista y gestor cultural Gastón Núñez. El 13 de agosto lo presenté, cual debe, en La Paz, ante las máximas autoridades de esas dependencias, literales coproductoras: Gísela López, Wilma Alanoca y Rolando Marín, respectivamente.

Si el disco merece la aprobación formal, ojalá, seguirá la etapa de su difusión inmediata ante la opinión pública, con distribución masiva de los CD en el país, porque, además, se acerca el día en que la CIJ anunciará su fallo sobre el delicado caso que, claro que sí, removerá expectativas y conciencias en Bolivia y Chile, además de nuestro aliado histórico, Perú.

Vuelvo al disco que, según promesa, será “bañado” de imágenes en video. De las 92 estrofas que escribí se grabaron 77. Así, los grupos de Lavayén, Malpartida y Mercado cantan que “la fe en la vida comienza cada día al despertar, cuando el boliviano reza: padre nuestro Litoral” / “Hay tres verbos en Bolivia que conjugan con el mar en la arena de la vida: reclamar, clamar, amar” / “Quiere Bolivia justicia, mar de amar-amartelar, solidaria con la vida: sol y dar y dad el mar” / “Libra esterlina y bala impulsan la traición, y se impone a la mala el Tratado de Ancón (…)”.

El disco menciona a La Haya en unas cinco canciones: “Hemos aceptado el arbitraje de un tribunal faro de verdad, queremos ser fieles al mensaje y volver en paz al Litoral” / “Que el Tribunal de La Haya nos diga cómo avanzar con la ley y la esperanza de este clamor por el mar” / “La palabra de La Haya debe ser justa y cabal para lavar en la playa la vieja ofensa imperial” / “Creo en La Haya, y su palabra debe ser puerta abierta al mar”.

No falta la alusión al vecino invasor: “Padecemos el despojo tras la sangrienta invasión, nos pusieron un cerrojo y estamos bajo prisión” / “Gobierno de La Moneda, moneda de tres caras: anversa, reversa y, la común, la perversa” / “En el nombre de la gente gritamos la indignación de Abaroa sobre el puente: ¡al carajo la invasión!” / “En Chile no hay libertad, mantienen, tienen prisionero al mar”.

Y claro, hay un salay, que es el baile que ahora mueve al país. Dos cholitas de Mizque entonan que “De Cobija hasta Tarija, salay, queremos mar fija lija, salay” / “Pasamos años de años salay, sufriendo daños y daños, salay, ¡por una vecina angosta, elay, que se opone a toda costa, velay!”. Nos llevó tiempo y desvelos lograr este disco, pero ocurre que estamos esperando justicia por nuestro Litoral usurpado desde hace 139 años, caray.

Es periodista.