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Infraestructura verde

En las ciudades existen espacios no cementados compuestos por árboles, césped, arbustos, plantas ornamentales y otros que podemos observar, por ejemplo, en parques, plazas, calles, canales de drenaje, etc. Muchos de estos lugares conforman redes interconectadas de áreas naturales, a las cuales denominamos áreas o espacios verdes; los cuales cumplen funciones transcendentales para las sociedades que no suelen ser apreciadas a cabalidad. De hecho, solemos olvidar que éstos no solo hacen tolerable la vida en las ciudades, sino hasta posible.

En efecto, por un lado, las plazas, parques y áreas verdes en general constituyen lugares de esparcimiento que generan grandes beneficios, físicos y mentales, a los ciudadanos por el simple hecho de permitirles tener contacto con la naturaleza. Beneficios que deberían ser ampliamente conocidos e impulsados por aquellos que tienen en sus manos la planificación de las ciudades. Por otro lado, esta infraestructura verde no solo sostiene la vida de algunas especies de animales, como aves e insectos, sino que además proporciona funciones ecológicas básicas, como regular el régimen hidrológico del entorno, evitando inundaciones; absorber la emisión de gases contaminantes (principalmente CO2), contrarrestar la contaminación acústica, etc.

En su artículo 17, el Plan de Ordenamiento Urbano y Territorial del municipio de Santa Cruz establece que debemos “Diseñar un modelo urbano que combine las necesidades de densificar la ciudad, rellenando los grandes vacíos, sin sacrificar su paisaje urbano, su carácter de ciudad verde y su calidad de vida”. Pero la realidad es otra. La configuración espacial de la capital cruceña tiene vacíos respecto a la planificación y ubicación de las plazas, parques y jardines. Por este motivo, muchos barrios destinan espacios mínimos para esta infraestructura verde. Y como resultado de ello se crean “islas de calor urbano”, que deterioran la calidad de vida de los habitantes, por las elevadas temperaturas y problemas de contaminación atmosférica que generan, entre otros.

La interrelación entre las personas y lo natural sencillamente no es tomada en cuenta a la hora de planificar las ciudades; un principio básico para poder aprovechar los recursos naturales sin sacrificar los espacios verdes que aún quedan en las zonas periurbanas y que son los “pulmones” de las ciudades.Por ello, resulta de vital importancia que los planes territoriales de desarrollo integral (PTDI) de los municipios se elaboren bajo una visión conjunta del territorio, en procura de aprovechar las posibilidades para tener una mejor calidad de vida, que van de la mano con la supervivencia de los espacios verdes.