El porvenir de la ciudad
Las demoliciones se han convertido en un hábito para renovar ciertos sectores urbanos de La Paz.
Como es de conocimiento de muchos, a mediados de este siglo el mundo contará con aproximadamente 10.000 millones de habitantes, y nuestra ciudad aparentemente sigue sin mirar objetivamente la realidad de su porvenir. Esto quizá porque se piensa que sobreponer el crecimiento sobre el pasado resulta la solución más práctica. Claro ejemplo de ello es la demolición de antiguas edificaciones, para utilizar los terrenos en nuevas construcciones.
Nadie puede negar, por una parte, que el pasado ha legado obras relevantes de arquitectura, muchas de las cuales van desapareciendo pese al valor indiscutible de su sentido; y por otra, que es más sencillo edificar sobre un área que ya cuenta con las instalaciones básicas de luz, alcantarillado y demás. De ahí que las demoliciones se hayan convertido en un hábito para renovar ciertos sectores urbanos, olvidando que algunos inmuebles merecen ser restaurados e intervenidos con nuevas visiones para luego darles nuevos usos.
Algunos ejemplos que confirman lo anterior los podemos encontrar en la Av. Ballivián, de la zona Sur, donde las fachadas son cubiertas para crear nuevas imágenes que se acercan a ciertos estilos o simplemente son “tapadas”, pero terminan desluciendo al conjunto arquitectónico. Así, vemos que se “reviste” la arquitectura del pasado y se la sustituye con supuestas obras de línea contemporánea, pero éstas no siempre denotan valor arquitectónico, salvo algunas excepciones.
Por tanto, cabe preguntarse, ¿acaso no nos interesa la memoria de esta ciudad? ¿O debemos conformarnos solo con sustituir las edificaciones del pasado con nuevas y atractivas construcciones para decir que contribuimos al desarrollo de la urbe? A estas interrogantes habrá que añadir, ¿ya existe, además de solo propuestas ideales, alguna definición planificada del crecimiento futuro de La Paz?
Evidentemente, se debería apuntar a un crecimiento sostenido, y no solo con planes a largo plazo. Al respecto, es importante recordar que la disciplina urbana y el diseño arquitectónico deben tener una relación interactiva. Y en cuanto al crecimiento poblacional, llegará el momento en que el pasado será demasiado pequeño para habitarlo, lo cual reafirma el hecho de que esta ciudad debe ser intervenida en ciertos sectores, pero bajo la perspectiva de un crecimiento planificado. Solo así se podrá asegurar que además de un pasado exista un porvenir, y que, consiguientemente, La Paz mire su futuro como una ciudad contemporánea a partir de su arquitectura y su propuesta urbana.
En la actualidad, La Paz vive el cautiverio de una identidad centralizada, y se está convirtiendo en una ciudad abrumadoramente sobreconstruida. Si bien se observan alicientes de cambio, pareciera que aún no se tiene claro hacia dónde crecerá.
A propósito de este tema, al hojear los anteriores días ciertos escritos encontramos una interesante propuesta publicada en 1996, que plantea orientar el crecimiento de La Paz hacia el sur, desde Lipari hasta Lavi-Moguilla (112 km), apoyado seguramente en una serie de labores de nivelación de esos territorios. De esa manera, el seguir una dirección puntual le permitiría ser más “vivible”, gracias a la cualidad de bajar de 3.180 metros sobre el nivel del mar a 1.090 msnm y contar con distintos pisos ecológicos. Ciertamente, lograr aquello no es nada sencillo, y menos aún es la única posibilidad. Sin embargo, también tenemos la certeza de que toda utopía supone soluciones audaces, y para este caso, éstas siempre serán parte de la construcción de las ciudades.
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