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Evaliz

Ella no lloró ni se consternó al escuchar los gritos de “Bolivia dijo No”, pero se puede presumir que por dentro se sintió lastimada, no porque haya gente que se oponga a la reelección de su padre, sino porque es de muy antigua data el gesto negador y de rechazo de unos bolivianos a otros, ya por el color de la piel o la posición económica. La joven profesional contuvo sus emociones y salió airosa de ese incómodo trance, levantando con legítimo orgullo el primer título profesional de la familia formada por la señora María Ayma Mamani y el señor Dionisio Morales Choque.

Por un lado desbordante emoción y por el otro, agrio sabor del odio. Para Evaliz no fue fácil tomarse aquel trago amargo, ese vaso de café destilado con abominable racismo. En su garganta seguramente había un nudo a punto de quebrarse, no por el contexto político de la reelección, sino porque, como joven profesional, conoce la larga y negra noche que hicieron pasar los Ku Klux Klan bolivianos a los pueblos indígenas.

Su serenidad se la entiende en la medida en que pensamos en que Evaliz asoció el grito de “Bolivia dijo No” a ese rechazo que viene de la población blancoide hacia los indígenas desde que los conquistadores españoles pisaron estas tierras. La mirada racista y diferenciadora viene desde la Colonia, cuando se desataba un quilombo familiar porque algún joven indígena osaba enamorarse de la hija del señor de la casa y cuando ese señor le gritaba indignado al irreverente mancebo la conocida frase “¿Qué te has creído, carajo?” El problema viene desde aquellos tiempos cuando a uno de los más sensibles y rebeldes hijos de la familia del señor se le ocurría dar un trato considerado a la servidumbre, permitiendo que la sirvienta o sus hijos coman en la mesa en la cual todos comían o bañarse como todos se bañaban.

En el momento en que parte del auditorio gritaba “Bolivia dijo No”, seguramente Evaliz también rememoró episodios históricos más recientes como aquellos días en los que el postizo señorío sucrense se enojó porque por primera vez alguien que no descendía de sangre noble ascendía a la presidencia.

Y como todo acontece en el marco de necesarias y dolorosas contradicciones, bien se podría decir que no hay mal que por bien no venga, porque el episodio que enfrentó Evaliz permitió ver que el alma del “Bolivia dijo No” no es en esencia un asunto político, sino algo más profundo y umbilicalmente ligado a esa parte oscura, segregacionista y egoísta que todos, en mayor o menor medida, llevamos dentro. Un segundo aspecto que se extrae de ese hecho es que entre quienes dicen No hay moderados y radicales, y ese día fue el turno de los radicales, porque fue un exceso llevar el odio y las diferencias políticas a un acto académico en el que no aparecían autoridades de gobierno.