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Violencia sexual

La estadística es desmoralizante: en Bolivia se produce una violación cada cuatro horas en promedio. Los datos pertenecen a la Fiscalía Especializada para Víctimas de Atención Priorizada (FEVAP), es decir que corresponden únicamente a los casos efectivamente denunciados y, por tanto, es fácil imaginar que la cifra real es mucho mayor. Urge hacer más al respecto.

Según datos de la FEVAP, entre enero y agosto de 2018 se abrieron 1.586 causas por el delito de violación. De ese total, en dos quintas partes de los casos las víctimas fueron niños, niñas y adolescentes. Hay más números para el espanto: cada día se denuncian 69 casos de violencia intrafamiliar; es decir, casi tres cada hora. Asimismo, la estadística revela que en promedio muere una mujer cada tres días víctima de feminicidio, y que un niño, niña o adolescente es asesinado cada cuatro días.

Y más datos: la mayor cantidad de los casos de violación en manos de la Fiscalía, el 25%, se produjeron en La Paz; en Santa Cruz está el 24%; en Cochabamba, el 13% de los casos. En el otro extremo aparece Pando, con apenas el 2% de las denuncias. Estos datos ofrecen dos interpretaciones posibles y no excluyentes: la mayor parte de los casos se registran en los departamentos con las ciudades más pobladas del país; pero también es posible inferir que aquellos donde el registro es mucho menor pueden ser ámbitos en los que aún no se ha creado una cultura de la denuncia o la sociedad no está habituada a hacerlo.

Respecto de la violencia sexual contra menores de edad, la estadística revela que la mayor parte de los casos se produjo en Santa Cruz, el 29%; seguida de La Paz, donde se presentó el 15% de las denuncias. Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, en ese orden, son los departamentos donde se produjo la mayor parte de los casos de violencia intrafamiliar. Tarija, con una población significativamente menor a otras regiones, ocupa el cuarto lugar en la vergonzante estadística.

Finalmente, más de la mitad (55%) de los infanticidios se produjeron en La Paz, seguida de Santa Cruz, que tiene el 22% de los casos. Hay más datos que muestran la existencia de otros delitos conexos como pornografía, proxenetismo y tráfico de personas, que muestran el difícil contexto en que viven las mujeres bolivianas, donde pese a los muchos esfuerzos por frenar la violencia contra ellas, ésta parece no disminuir.

Toca, pues, hacer más y mejores esfuerzos. Varias veces se ha dicho en éste y otros espacios de La Razón que parte del esfuerzo por frenar la violencia criminal contra las mujeres pasa por prevenirla, tarea que implica forzosamente incidir en la educación de hombres y mujeres desde su más temprana edad. Cambiar el modo de pensar de las nuevas generaciones es, sin duda, un elemento clave en esta tarea que no podrá acabar mientras sigamos teniendo constantes noticias de violencia machista.