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El riñón de Sebastián

Tras el lamentable episodio de la extirpación de su riñón sano a un niño con cáncer renal en el otro riñón, lo más lógico es que todos, empezando por el cirujano y su equipo quirúrgico, los padres y familiares del niño y la población en general nos hagamos las siguientes preguntas clave: ¿cómo pudo haber sucedido algo así? Y ¿de quién es la responsabilidad de ese trágico error que afecta de forma dramática y para siempre la vida del niño Sebastián? Aunque se podría aprovechar el desgraciado episodio para, una vez más, desgranar una merecida y acerba crítica a cómo se practica la medicina en Bolivia, quizás sea preferible centrar la atención en el procedimiento e intentar sacar alguna lección.

Desde hace algunos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre sus muchas actividades, se ha dado a la tarea de organizar reuniones de expertos en las que se trata específicamente el tema de la seguridad de los pacientes dentro del ámbito general de la práctica médica. La OMS ha desarrollado actividades a las que ha denominado “Desafíos globales sobre seguridad de los pacientes”; iniciativas que han venido siendo plasmadas en recomendaciones cuya aplicación por parte de los responsables de las políticas sanitarias de los países, de las instituciones prestatarias de salud y de los profesionales que en ellas desarrollan su actividad han ido mejorando paulatinamente la seguridad de los pacientes.
El primer evento de este tipo tocó el tema de seguridad y limpieza, relacionado con las infecciones y cuestiones afines; y su lema fue “Cuidados limpios: cuidados seguros”. El tercero trata sobre la seguridad en la medicación: el uso (y abuso) de medicamentos y los posibles daños que éstos puedan producir por una mala utilización o una indicación errónea (yatrogenia).

Siempre bajo el patrocinio de la OMS, en enero de 2007, dieron inicio las actividades del segundo “Desafío global sobre seguridad de los pacientes”, bajo el lema “Una cirugía segura salva vidas”. En abril del mismo año, en una reunión en Londres se debatió sobre el impacto creciente que en la salud pública de la población en general tiene el notable e imparable incremento de las intervenciones quirúrgicas. Al finalizar las deliberaciones se llegó a importantes conclusiones, la principal de las cuales fue la necesidad de crear una herramienta en forma de “Lista de verificación”, una especie de cuenta regresiva quirúrgica para el desarrollo de intervenciones seguras dirigidas a salvar vidas. La Lista de verificación quirúrgica (Safe Surgery Checklist) identifica tres fases en una operación: i) antes de que el paciente sea anestesiado (“fase de registro”); ii) antes de que el cirujano inicie el corte o incisión de la piel (fase de verificación final); y iii) antes de que el paciente abandone el quirófano (“finalización del procedimiento”). Los expertos recomiendan que sea una sola persona la que efectúe dicha verificación, ya sea el anestesista, el cirujano principal, alguno de los ayudantes o el instrumentista.

La Lista de verificación debe completarse antes de iniciar todas y cada una de las operaciones o intervenciones programadas en un determinado quirófano. Esta lista y su manual de aplicación están en internet a disposición de cualquiera. Si la Lista de verificación se hubiese usado en el desgraciado caso del niño Sebastián, se tendría que haber verificado, sin lugar a dudas, el riñón enfermo que tenía que ser extirpado. En la primera fase de esta lista el segundo punto es una pregunta: ¿Se ha marcado el sitio quirúrgico? Por supuesto, si se hubiese marcado, el error hubiera sido mucho menos probable.

Todo acto médico es personal y de naturaleza intransferible, lo cual permite delimitar el ámbito de responsabilidades. No obstante, es lícito pensar que también hay una corresponsabilidad de las autoridades que administran el sistema sanitario, de los directivos de instituciones, de los jefes de servicio y demás responsables, por no regular la obligatoriedad de establecer protocolos vinculantes y de cumplir determinadas normas de seguridad, ya conocidas y aplicadas a nivel mundial. Ojalá el infortunado caso de Sebastián sirva al menos para mejorar nuestro sistema de salud.