Voces

Tuesday 3 Dec 2024 | Actualizado a 16:10 PM

Extinción de aves

Urgen políticas que contrarresten las prácticas sociales y económicas que vulneran principios de conservación.

/ 18 de septiembre de 2018 / 04:37

El planeta está de duelo, o al menos debería. Y es que tras un monitoreo de ocho años, la organización BirdLife International presentó un informe en el que alerta que el guacamayo azul de Spix, mundialmente conocido por haber inspirado la película animada Rio, cumple los requisitos para ser declarado extinto. Y para mayor encono, otras siete aves habrían corrido la misma (mala) suerte.

En efecto, además del guacamayo azul se habrían extinguido tan solo en Brasil un búho (el mochuelo pernambucano) y dos gorriones (el ticotico críptico y el ticotico de alagoas). A ellos se sumarían otro guacamayo (glauco, de color verde) que habitaba en Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay; y un ave endémica de Hawái, el po’o-uli. Es decir que Sudamérica se lleva “la flor” en este deplorable ranking de extinción de aves.

Pero las malas noticias no terminan ahí, pues, de acuerdo con los autores de este estudio, al menos 187 especies se habrían extinguido desde que empezaron a realizar registros, hace una década. Respecto a las causas, los investigadores apuntan a la deforestación de los bosques, a la caza furtiva y a la introducción de especies exóticas a hábitats diferentes a los suyos. Fenómenos que en los últimos años se han agudizado particularmente en países tropicales como Brasil, Ecuador o Malasia.

En cuanto a Bolivia, además de estos tres factores cabe añadir el creciente nivel de contaminación de al menos 11 cuencas hídricas debido al desecho de aguas industriales y minerales sin tratamiento, según una investigación del Banco Mundial; y el uso de restos de animales en las entradas folklóricas. Por ello no sorprende que por estos lados al menos 314 especies se encuentren amenazadas, según un diagnóstico de la Red Nacional de Voluntarios Ambientalistas. De esta cifra, 68 estarían en peligro de extinción: la rana gigante (rococó), el armadillo, el delfín rosado, el jaguar, el manatí, la nutria, el oso jukumari, el tapir, el tejón, el guanaco y muchas más. Y la situación de tres de ellas (la paraba azul, el cóndor andino y las tortugas gigantes) es crítica, toda vez que su población se ha reducido en un 90%.

No sobra recordar que en términos científicos la desaparición de una sola especie constituye una catástrofe ambiental; pero también en términos sociales, pues además de constituir la base de la alimentación de las personas, la supervivencia de los animales resulta esencial para conservar el equilibro del medioambiente, así como la buena salud de los servicios ecológicos del planeta.

Por ello, urgen mayores esfuerzos y políticas que contrarresten las prácticas sociales y económicas que contravienen todo principio de conservación, como la ampliación de la frontera agrícola sin ningún tipo de control, la caza furtiva o la utilización “folklórica” de los animales. Solo así podremos garantizar el derecho de las futuras generaciones a vivir bien en un entorno saludable.

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Solidaridad con el Pueblo Palestino

/ 29 de noviembre de 2024 / 06:04

Cada año, desde 1977, la Asamblea General de las Naciones Unidas celebra el 29 de noviembre como el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. ¿Por qué este día del calendario fue elegido por la ONU? Simplemente porque 30 años antes, ese mismo día, las NNUU aprobaron la resolución 181 para dividir el territorio palestino en dos estados: el Estado Palestino y el Estado de Israel. Lamentablemente, las NNUU reconocieron al Estado de Israel en el acto y, hasta el día de hoy, no reconoce al Estado de Palestina como un estado con plenos derechos como cualquier estado del mundo. El pueblo palestino desde entonces sigue sufriendo injusticias y genocidio a manos del ejército israelí y gracias a la protección de los países coloniales que le otorgan todo tipo de armas, financiación y protección legal. 

En caso de que la nacionalidad, o color del pueblo palestino sea algo extraño para algunos, mal que les pese, somos seres humanos y el mundo debe tratarnos como tales ¿Acaso hay normas y leyes internacionales para Israel y otras normas distintas para los palestinos? ¿Acaso Israel tiene la licencia y el derecho a asesinar y los palestinos el único derecho que tienen es a morir? ¿Qué más tiene que hacer Israel para que la Comunidad Internacional actúe y se ponga fin al genocidio contra el pueblo palestino? ¿Qué hace falta hacer para saber quiénes son realmente los que amenazan la paz y la seguridad en el Oriente Medio? Cuando las cosas están muy claras y nadie puede negarlas, cuando todos somos testigos del genocidio y de la destrucción del pueblo palestino, cuando ya no es un secreto sino que ocurre ante los ojos de todo el mundo, cuando se practica este genocidio desde hace más de 14 meses sin que el Consejo de Seguridad de la ONU exija un alto al fuego debido al veto de la primera potencia mundial que alimenta con más de 86 mil toneladas de bombas (ocho veces más que las bombas atómicas lanzadas contra Japón, o cuatro veces más que las bombas lanzadas contra Londres en la segunda guerra mundial) a Israel para asesinar a niños y mujeres palestinas. ¿Acaso las vidas de los palestinos no merecen ser salvadas? ¿Israel tiene la obligación de asesinar a los palestinos?

Si el alto al fuego se hubiera producido hace un año, se habrían salvado muchas vidas de inocentes. El cese del fuego no resuelve todo, pero es el primer paso para buscar una solución a un problema. Más de un año de genocidio y el Consejo de Seguridad sigue discutiendo lo que debe hacer para frenarlo. No existe ninguna justificación para usar el derecho de veto que impide poner fin a estas tragedias.

Lea también: El odio de Israel hacia NNUU y sus organizaciones

En el futuro, algún historiador contará lo que hoy día estamos reclamando a voces con la intención de salvar vidas inocentes de este genocidio; las futuras generaciones juzgarán a los dirigentes de países que participaron en este genocidio directa o indirectamente y a las instituciones internacionales que no han cumplido con su papel para poner fin a las matanzas. Las futuras generaciones preguntarán ¿Cómo un genocidio fue transmitido en directo a través de las pantallas durante más de un año y ante los ojos de todo el mundo incluido presidentes de gobiernos y organizaciones internacionales y no se pudo frenar?

Palestina fue y sigue siendo la verdadera prueba de la eficacia y sostenibilidad del sistema internacional basado en el derecho. Ninguna afirmación, ninguna mentira equiparando a la víctima con el verdugo y a la ocupación con los ocupados puede eludir la realidad. El hecho de no comprometerse o de ignorar el sistema del que nació la cuestión palestina es un fracaso de este sistema y de su continuidad. Los pueblos y las voces libres y solidarias que se alzaron por millones en las capitales del mundo respaldan el derecho palestino y la legendaria firmeza de nuestro pueblo, y respetan los principios del derecho internacional, así como la necesidad de aplicarlos sin dobleces, con objetividad.

El pueblo palestino, junto con todos los países solidarios del mundo, no aceptará la opresión y la injusticia, y no aceptará nada que no sea vivir libre y dignamente en su Estado, con el derecho a defenderse a sí mismo, derecho a su existencia y a sus derechos nacionales. Los pueblos libres del mundo tienen el derecho de ayudarnos a alcanzar nuestra libertad e independencia para a vivir con seguridad, dignidad y paz, como el resto de los pueblos. Ninguna fuerza en la tierra lo impedirá.

Mahmoud Elalwani es embajador del Estado de Palestina en Bolivia.

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La IA y los creadores musicales

/ 28 de noviembre de 2024 / 06:03

“Inteligencia artificial, ¿realmente la necesito?”, canta el francés Lulu Gainsbourg en su tema “Elle”, que evoca la ansiedad de los creadores musicales ante el auge de esta nueva tecnología.

Hijo del icono de la música francesa Serge Gainsbourg, Lulu creó esa canción después de que un amigo le enseñara un tema escrito totalmente por la inteligencia artificial que lo dejó “verdaderamente impactado”.

“IA, cásate conmigo. IA, cómprame. IA, domíname”, entona el cantante con humor.

Otros artistas han abrazado ya esta nueva tecnología, capaz de generar todo tipo de contenidos simplemente con solo pedirlo.

Es el caso de la cantante británica Imogen Heap, conocida por el tema “Hide and seek” (2005). Creó su propio modelo de IA a partir de su voz y lo usa en su último proyecto musical.

En la Web Summit, una importante feria tecnológica que se celebró a mediados de noviembre en Lisboa, presentó un filtro que permite a cualquiera genera un sonido a partir de sus obras gracias a una alianza con la empresa estadounidense Jen.

La compositora e intérprete canadiense Grimes también concibió el año pasado un clon vocal e invitó a los internautas a usarlo para generar nuevos sonidos y la cantante estadounidense Taryn Southern o el grupo YACHT lanzaron álbumes enteros compuestos y producidos con ayuda de la IA.

Esta nueva herramienta “permite hacer cosas sorprendentes en las que no habríamos pensado”, señala a la AFP François Pachet, investigador de inteligencia artificial que trabajó en Spotify y Sony.

En 2018 produjo el álbum “Hello world”, donde el belga Stromae y la canadiense Kiesza colaboran con la IA.

Han visto la luz numerosas plataformas de creación musical con inteligencia artificial como Aiva, Suno o Udio y gigantes del sector como Meta y Google proponen también este tipo de servicios.

“Gente que no sea música puede de repente hacer canciones enteras”, celebra Pachet.

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Por ejemplo, en el escenario de la Web Summit, el cofundador de la plataforma Moises, Eddie Hsu, enseñó en cuestión de segundos que la IA podía añadir una batería bajo algunas palabras y transformarlas en un sonido de bossa nova.

Pero en la industria emergen voces críticas contra la forma en que se han entrenado algunos de estos modelos.

En Estados Unidos, la Recording Industry Association, que aúna a las principales discográficas, demandó en junio a las empresas emergentes Suno y Udio, acusándolas “de copiar el trabajo de un artista y de explotarlo en su provecho sin consentimiento ni remuneración”.

Más de 35.000 artistas, entre ellos Thom Yorke de Radiohead, Björn Ulvaeus de ABBA o Robert Smith de The Cure, firmaron a finales de octubre una petición que denunciaba el uso sin autorización de sus creaciones para alimentar los algoritmos.

Con la IA generativa, “hay segmentos enteros de la creación musical que pueden ser reemplazadas, como la sonorización en algunas tiendas”, dice a la AFP Cécile Rap-Veber, directora general en Francia de la SACEM (Sociedad de Autores, Compositores y Editores de Música), que también firmó la petición.

“Desgraciadamente, es toda una franja media de creadores que hasta ahora viven de su arte y que están en riesgo mañana de no poder hacerlo”, agrega.

Los profesionales del sector reclaman más transparencia de parte de las empresas tecnológicas, una remuneración por el uso de sus obras para la IA y la creación de nuevos contenidos siempre que sirvan para sustituir a producciones humanas, afirma Rap-Veber.

Para François Pachet, este avance tecnológico obligará a los creadores a “hacer cosas más originales” porque “las cosas convencionales podrán hacerse, en efecto, de manera más o menos automática”.

Pero no cree que el ser humano vaya a ser remplazado por la máquina. “No hay todavía una canción compuesta por una inteligencia artificial que sea tan buena que todo el mundo quiera versionarla”.

Daxia Rojas es periodista de AFP

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El plástico: una historia de la sociedad de consumo

Isabel Malsang

/ 26 de noviembre de 2024 / 06:02

Antes de amenazar la biodiversidad, los océanos y la cadena alimentaria mundial, el plástico salvó numerosas vidas y favoreció el desarrollo, en pleno auge de la sociedad del consumo de masas tras la Segunda Guerra Mundial.

Resistente, ligero y económico, el plástico contó a partir de los años 1950 y en las dos décadas siguientes con una imagen positiva «en todos los aspectos de la vida», afirma el Atlas del Plástico, publicado por la Fundación Heinroch Böll Stiftung.

Vea: 77 años de lucha y lágrimas

En el campo sanitario, los catéteres, bolsas, jeringuillas y otros dispositivos médicos de plástico de un solo uso han mejorado la higiene y la salud y han contribuido al incremento de la esperanza de vida.

En el embalaje, los plásticos conservaron mejor los productos, redujeron el desperdicio de alimentos y, en la práctica, ayudaron a luchar contra el hambre, señalan los defensores de este material.

A principios de los años 1990, la epidemia de sida causaba estragos. El grupo de rock francés Elmer Food Beat cantaba «El plástico, es fantástico» para promover el uso de preservativos frente a esta enfermedad: el látex, y por extensión el plástico, podía salvar vidas.

Pero veinte años después, los valores asociados a este material han cambiado. Esa misma banda musical modificó la letra de su canción para alertar de la contaminación: «El plástico, es dramático», cantan ahora.

En el siglo XXI, «el plástico se ha vuelto inteligente, al servicio a la gente», dice Mickaël Pruvost, un ingeniero de investigación en el grupo químico Arkema.

Este fabricante de polímeros piezoeléctricos, llenos de electrones o de sensores, apuesta por los plásticos que registran el movimiento, las vibraciones o el ritmo cardíaco e incluso pueden enviar señales en caso de caída de personas ancianas o bebés.

Hace dos siglos, los primeros plásticos se producían a partir de materias primas naturales y renovables, como el caucho de Charles Goodyear. En 1862 se creó la parkesina a través de celulosa vegetal moldeada con calor.

Eso permitió siete años después la invención del celuloide en Estados Unidos, que consiste en parkesina caliente mezclada con alcanfor y alcohol. Pronto aparecen sus primeras aplicaciones industriales: reemplaza el marfil de las bolas de billar o el carey de los peines y se usa en las primeras películas cinematográficas.

En 1884, el químico francés Hilaire de Chardonnet patenta una fibra sintética, la primera tela artificial, bajo el nombre «seda Chardonnet» que luego se convertirá en el nailon y el tergal.

El primer plástico completamente sintético, sin ninguna molécula presente en la naturaleza, lo inventa en 1907 en Estados Unidos el químico belga Léo Baekeland: la baquelita, formada por una reacción entre el fenol y el formaldehído. Sirve para fabricar carcasas de teléfonos, enchufes eléctricos o ceniceros.

En 1912, el pionero de los polímeros, el químico alemán Friz Klatte patenta el policloruro de vinilo, más conocido después con las siglas PVC. En los años 1950 su uso se dispara al descubrirse que puede fabricarse a partir de un subproducto muy barato de la industria química, el cloro.

La producción industrial se desarrolla en los años 1950, a partir de fracciones refinadas de petróleo, con tres productos clave: la poliamida que demostró su eficacia como tejido de los paracaídas estadounidenses durante el desembarco de Normandía en 1944; el teflón, un material de guerra usado por su resistencia que luego pasó a recubrir las sartenes del mundo entero, y la silicona.

El plástico está ahora presente en todos los rincones de la vida cotidiana.

(*) Isabel Malsang es periodista de AFP

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Electromovilidad: ¿El futuro o solo un sueño?

Aunque comprar un auto eléctrico puede costar más al principio, mantenerlo es muchísimo más barato

Gamal Serhan Jaldin

/ 26 de noviembre de 2024 / 06:01

¿Cuántas veces nos hemos quedado atrapados en una fila interminable para comprar gasolina? Bajo el sol, la lluvia o el viento, escuchando a la gente quejarse mientras miramos el reloj y nos preguntamos si alcanzará para todos. Es una escena que se repite una y otra vez desde hace bastante tiempo en Bolivia. Y lo peor es esa sensación de estar atrapado en un problema que parece no tener solución.

Pero ¿y si hubiera otra opción? Imagina estar en casa, disfrutando un café mientras tu auto eléctrico se carga en el garaje. Nada de filas, nada de emisiones contaminantes y gastando menos dinero en transporte. Esta es la promesa de la electromovilidad, una idea que no solo podría cambiar la forma en que nos movemos, sino también transformar la economía y el medio ambiente de Bolivia.

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La gran ventaja que tenemos para hacer realidad ese sueño se llama Salar de Uyuni, hogar de una de las mayores reservas de litio del planeta, esencial para las baterías de los vehículos eléctricos. En otras palabras, tenemos el “oro blanco” del futuro.

Si logramos industrializar este recurso, podríamos no solo abastecer al mercado interno de vehículos eléctricos, sino también convertirnos en un actor clave en la transición energética regional y global. Sin embargo, esto no es sencillo, ya que la extracción de litio requiere una inversión significativa, tecnología avanzada y fundamentalmente seguridad jurídica para dichas inversiones.

Actualmente, Bolivia importa la mayor parte de la gasolina y el diésel que consume. Según cifras oficiales, en 2014 producíamos el 78% de nuestra gasolina internamente, pero hoy solo generamos el 44%. No hay dólares, pero sí una demanda creciente y unos subsidios que consumen millones del presupuesto nacional. Es un círculo vicioso: dependemos de las importaciones, pero estas nos hunden económicamente. Y las filas en las gasolineras son solo el síntoma más visible de este problema.

Aquí es donde los vehículos eléctricos ofrecen una salida. No requieren gasolina ni diésel, solamente electricidad, y Bolivia tiene un gran potencial para generar energía limpia a partir de fuentes como la hidroeléctrica. Si aprovechamos esta capacidad, podríamos movernos hacia una matriz energética más independiente y sostenible.

Sin embargo, hay un “pero”. Nuestra red eléctrica no está preparada para una avalancha de autos eléctricos. ¿Qué pasa si todos empiezan a cargar sus vehículos al mismo tiempo? Un apagón en pleno centro de cualquier ciudad, y todos con las baterías al 10%. Sí, necesitamos reforzar nuestra infraestructura eléctrica, y eso cuesta.

El otro problema es el costo de los vehículos eléctricos. En un país donde la mayoría lucha por llegar a fin de mes, gastar miles de dólares en un Tesla está fuera de discusión. Pero, la gran ventaja es que nosotros tenemos nuestro propio Tesla y se llama Quantum, la primera empresa nacional que fabrica vehículos eléctricos. Sí, leíste bien. Tenemos nuestra propia marca de autos eléctricos, accesibles y hechos aquí. Esto no solo demuestra que el cambio es posible, sino que podemos liderarlo. Apoyar a empresas como Quantum no es solo un acto patriótico; es una apuesta por un futuro mejor.

Y hay otro punto interesante: aunque comprar un auto eléctrico puede costar más al principio, mantenerlo es muchísimo más barato. No gastas en gasolina, y el mantenimiento es mínimo porque no hay motor de combustión. Al final, podrías ahorrar mucho dinero.

Ahora ¿De qué sirve tener un auto eléctrico si no hay estaciones de carga? Este es un problema que no podemos ignorar. Actualmente, en Bolivia, estas estaciones son prácticamente inexistentes. Eso significa que, si te compras un vehículo eléctrico, tendrás que cargarlo en casa… siempre y cuando vivas en una zona con electricidad estable.

La buena noticia es que los problemas son solucionables. La mala noticia es que necesitamos empezar ahora. Cada día que seguimos dependiendo de la gasolina es un día que perdemos dinero, tiempo y salud. La electromovilidad no es solo una moda, es una oportunidad para construir un país más sostenible, independiente y moderno.

Es hora de que el estado, las empresas y la sociedad trabajemos juntos. Invertir en la infraestructura necesaria, crear políticas de estado que incentiven, el uso de energía amigables con el medio ambiente y educar a la población son pasos necesarios para hacer realidad este sueño.

La próxima vez que estés atrapado en una fila interminable en una gasolinera, piensa en esto: podrías estar en casa, tomando un café, mientras tu auto se carga solo. Ese futuro no está tan lejos como parece. Está en nuestras manos, y el primer paso para alcanzarlo es empezar a imaginarlo juntos. Porque el cambio comienza con una idea, pero se concreta con acción. ¿Nos subimos al auto del futuro?

(*) Gamal Serhan Jaldin es experto en Tecnología e Innovación

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Cabalgando en dos caballos

La crisis económica se deriva de falta de producción de riqueza o la apropiación de ésta por unos cuantos

José Pimentel Castillo

/ 26 de noviembre de 2024 / 06:00

Las políticas del libre mercado y las que delegan al Estado la dirección de la economía son antagónicas, el pretender conciliarlas sólo es el comienzo de una desembozada lucha de intereses.

Ciertos analistas parten de la afirmación que la disminución de producción y exportación del gas es el origen de la crisis que vivimos; así es hasta hoy, cuando todas las necesidades del comercio exterior se los ha financiado con esos recursos, obviando que la economía no sólo es del gas sino la suma de todos los productos que crea el país; el maniqueísmo de este argumento llega a identificar responsabilidades personales, desconociendo el hecho que en los años del proceso de cambio del 2006 al 2019, el producto interno se dobló y las exportaciones se multiplicaron por cuatro; entonces ¿cuál es el problema?, es la apropiación del excedente por una capa privilegiada.

Lea: ¿Avances?

Si bien las exportaciones del gas disminuyeron en un 30%, las exportaciones de la minería crecieron seis veces y de la agroindustria, tres; pero en el mercado no hay dólares y esto es nada más ni nada menos porque los dólares que salen, en productos, no vuelven al país. Una economía planificada no puede perder de vista esta realidad; el modelo estatal del 52 —capitalismo de Estado— mantuvo la entrega y control de divisas durante cincuenta años, cuando COMIBOL y YPFB eran los generadores de divisas. Con estos recursos se pudo vertebrar el país y desarrollar la agroindustria, hasta que la pujante burguesía surgida de su seno tuvo la capacidad de apropiarse de todo lo creado por el Estado y reivindicar su calidad de clase emprendedora.

Esta omisión es el mayor error en la aplicación del modelo productivo comunitario: no hacer una bolsa común con las divisas generadas por todos los sectores nacionales, para una racional y justa distribución, según el plan de desarrollo nacional, disposición concordante con el espíritu de la Constitución Política del Estado Plurinacional.

La situación actual del país nos muestra la moneda boliviana devaluada, cualquier transacción con esta moneda será menor a su valor real; por eso los productos bolivianos, muchos de ellos regulados desde el Estado, llegan a mercados en las fronteras con precios mayores. La única solución es dar un cambio real a la moneda, dado que las medidas coercitivas no han dado resultado, al contrario, las instituciones llamadas a evitar el contrabando se han visto salpicadas.

Se piensa que importando diésel y gasolina se podrá superar la crisis, no es cierto; el importar implica disponer de divisas para comprar en el exterior, para lo cual habrá que dotarse de ellas en el país, si es en el mercado paralelo el recuperar y ganar vendiendo en Bolivia será imposible. Esta posibilidad es más irreal si se mantiene los precios de venta subvencionados, la gente preferirá hacer filas que comprar a precios exorbitantes; desde luego habrá alguien que diga time is money; a los que sí puede convenir, en los términos de la racionalidad, son los que hacen su contabilidad en dólares y no juegan con la especulación, ¿cuántos son ellos?

La crisis es generalizada, nos afecta a todos; las soluciones tienen que ser tomadas entre todos; esto significa que están los beneficiados de la crisis y las víctimas, por eso el costo debe ser proporcional a la capacidad de cada grupo social y aplicarse gradualmente el Estado, en su función constitucional, debe buscar estas convergencias; debe buscar coincidencias y en torno a ellas articular acciones que superen la actual crisis como: la sobrevaluación del boliviano, la fuga de capitales, la carencia de carburantes, garantizando la seguridad alimentaria, el cambio de la matriz energética y la industrialización de las materias primas. La crisis económica se deriva de falta de producción de riqueza o la apropiación de ésta por unos cuantos. El tomar medidas de la magnitud de la crisis es convencer y comprometer a todos, para lo cual hay que tener la credibilidad y la fortaleza necesaria para encararla.

(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero

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