Un cielo cubierto, poca visibilidad, aire contaminado que dificulta la respiración… así está actualmente el departamento de Santa Cruz, y todo el país en general; lleno de humo por causa de las quemas e incendios forestales. Según reportes del Sistema de Monitoreo y Alerta Temprana de Riesgos de Incendios Forestales (Satrifo) de la Fundación Amigos de la Naturaleza, el mes pasado los fuertes vientos registrados aumentaron los niveles de riesgo de incendios, y si bien se anunció que gracias a las leves precipitaciones se iban a reducir, el escenario cambió rápidamente en las siguientes semanas, dando inicio a la temporada de incendios 2018 a finales de agosto.

El escenario no cambia, todos los años nos encontramos con esta situación extrema, cuyas consecuencias no terminan de generar una mayor conciencia ni acciones de cambio. A través de los medios de comunicación, la secretaria de Medio Ambiente del Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz, Cinthia Asín, recomendó no quemar los pastizales, para evitar la expansión del fuego debido a los fuertes vientos registrados en la región. Asimismo solicitaron a la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) que suspendan de manera temporal la autorización de quemas.

Poco o nada sirvió esta recomendación, ya que de todas maneras se registraron incendios forestales en San José de Chiquitos, San Ignacio de Velasco, el Parque Nacional Kaa Iya y alrededores, los cuales han sido devastadores. De hecho, según datos de la Gobernación, el 46% del departamento de Santa Cruz se encuentra en riesgo extremo de incendios forestales. Respecto a la pausa en la autorización de quemas, hasta la fecha no se conoce la respuesta de parte de la ABT.

La prolongada sequía en la zona y la falta de precaución en la habilitación de tierras para la agricultura en la zona sur de San José de Chiquitos propiciaron la propagación descontrolada del fuego, registrando hasta la fecha cerca de 28.000 hectáreas quemadas (equivalentes a unas 14.000 canchas de fútbol reglamentarias), sin mencionar la superficie quemada de comunidades aledañas.

Se ha demostrado ampliamente que la producción agropecuaria es posible sin el uso del fuego; que no necesariamente se tienen que quemar los pastizales para hacerlos más productivos. Por ello las quemas deben prohibirse. Por supuesto que éste no es el camino fácil, esta vía requiere de un cambio de pensamiento sobre la producción, sobre el uso de técnicas y prácticas; un cambio de visión sobre el desarrollo del departamento de Santa Cruz esencial si queremos seguir viviendo bajo el cielo más puro de América.