La guerra comercial de Trump
La economía mundial atravesará por un período de incertidumbre en el marco de la desglobalización
El artículo de opinión del Wall Street Journal titulado “La guerra comercial más estúpida de la historia” tuvo gran repercusión en el mundo de los negocios. La elevación de los aranceles a China fue de 10% a 15%, en tanto que a México y Canadá fue de 25%, recordándonos el conocido dicho estadounidense “es más peligroso ser aliado de EEUU que su adversario”.
Vea: Estabilidad de precios y desarrollo económico
El incremento de tarifas arancelarias y los procesos de desglobalización están asociados a menores tasas de crecimiento económico. En un artículo anterior (La Razón 07/01/2025) detallé la evidencia empírica para el caso de los cinco países capitalistas más industrializados (EEUU, Alemania, Francia, Inglaterra y Japón), que entre 1870 y 1914, durante la primera era de globalización, su actividad económica creció en 1,73% anual.
Durante 1914-1939, el mundo experimentó una deglobalización producto de la Primera Guerra Mundial, la crisis de 1929, la destrucción del sistema de pagos internacionales basado en el patrón oro y la Segunda Guerra Mundial, los países mencionados crecieron apenas 1,2%. Después de la Segunda Guerra Mundial se construyó un nuevo orden mundial: la re-globalización y las mismas naciones crecieron a un ritmo de 2,4% del PIB por persona al año.
Obviamente, un mejor desempeño económico de los países industrializados se traduce en un incremento de los precios de las materias primas, que beneficia a los países en desarrollo que las exportan. En 1929, la caída de los precios del estaño produjo una crisis de desempleo en Bolivia, que amenazó la estabilidad política del gobierno del presidente Hernando Siles.
Por lo expuesto, la comunidad de economistas estadounidenses ve las políticas arancelarias de Trump como amenazas al crecimiento económico mundial. Las tasas de interés y la inflación están en niveles poco confortables para EE.UU. Mayores aranceles elevarán los precios, lo que mantendrá las tasas de interés en sus actuales niveles. Adicionalmente, la deportación de migrantes ilegales puede generar desequilibrios en el mercado de trabajo, aumentando los salarios y afectando la inflación y las tasas de interés.
Un fenómeno de impacto político es el encarecimiento del crédito inmobiliario, que dificulta a las parejas jóvenes acceder a su primera casa, teniendo en cuenta que las nuevas generaciones de la clase media tienen un panorama menos favorable en términos de calidad de vida.
Los golpes resonantes en la mesa de Trump, de los aranceles de 25% para México y Canadá, son para negociar desde una mejor posición. La postura de postergar la aplicación de estas medidas por un mes prevé dejar pendiente una amenaza para cualquier desviación en temas críticos para EE.UU. Por ejemplo, si Canadá pretende vender petróleo pesado a China o si México decide entrar en los BRICS.
La reacción de China fue sofisticada: aumentó aranceles entre 10% y 15%, estableció un control de exportaciones de tierras raras y anunció una investigación anti trust contra Google, Nvidia e Intel, golpeando al corazón de las empresas tecnológicas.
Pero el factor clave en este análisis son las condiciones de China para enfrentar esta guerra comercial: en 2024 obtuvo el superávit comercial más alto de su historia, equivalente a un trillón de dólares americanos (o un millón de millones), cifra que no considera las exportaciones de las empresas chinas que operan en el extranjero (Malasia, Viet-Nam, India u otros países). Su estrategia comercial es invertir en países y desde allí exportar a EE.UU. Otra iniciativa son las obras de infraestructura para avanzar en la denominada ruta de la seda. A China no le sorprende la política arancelaria de Trump, su estrategia se basa en diversos mecanismos de respuesta y no se limita a los aranceles.
En conclusión, la economía mundial atravesará por un período de incertidumbre en el marco de la desglobalización y puede predecirse una desaceleración del crecimiento mundial. Para países en desarrollo y endeudados como Bolivia, las conclusiones no son buenas: tendremos un dólar más fuerte y precios para las materias primas poco favorables, sumados a flujos de recursos de instituciones multilaterales (Banco Mundial, BID) menos importantes.
(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario