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Cuando algo quema

El Festival de Cine Radical abrió con el estreno de Algo quema, del joven realizador Mauricio Ovando de la Quintana, una película que entrará en cartelera a partir de octubre.

Esta producción refiere a importantes hechos históricos de la década de los 60 en los que el Gral. Alfredo Ovando Candia fue protagonista transversalmente. Sin embargo, Algo quema no es una película que intente echar luces esclarecedoras sobre esos episodios, sino más bien es una cinta en la que el realizador procura sacar a su propia familia de la oscuridad; teniendo en cuenta, claro, que esa familia es la descendencia directa del general Ovando. Desde ese prisma, la película cobra un carácter inusitado, convirtiéndose en un drama testimonial brutal, y de una potencia emocional a momentos difícil de sobrellevar en la butaca.

Nadie espere de Algo quema revelaciones extraordinarias sobre quién dio la orden de exterminio a la guerrilla de Teoponte, o cómo se explica el “accidente” donde murió el hijo mayor del general, o cómo se resolvió la ejecución del Che Guevara, o por qué el Ejército masacró a los mineros en la noche de San Juan. Al contrario, probablemente esos y otros temas de aquel contexto queden en mayor incertidumbre para el espectador a la conclusión del largometraje.

Sin embargo, en la historia intrínseca del documental, Teoponte, el Che, los mineros, la avioneta, Barrientos, etcétera, son los asuntos que queman la conciencia de Mauricio, nieto de Ovando. Le queman tanto que decide indagar en la memoria de su padre, de su tía, de sus primas hermanas (sus pares), de su abuela (la mítica Doña Elsa), así como en las cintas familiares de cine súper 8 y el periodismo de la época, intentando desentrañar en esos laberintos al enigmático comandante en Jefe de las FFAA por 10 años y presidente de la República en cuatro oportunidades, abnegado padre y abuelito cariñoso.

Lejos de callar, las preguntas que se hace Mauricio las traslada abiertamente al entorno familiar de primer grado, con todo y el fuego que entrañan; y a ver hasta dónde cada quien es capaz de resistir la cercanía de la llamarada. Si esta trama como tal ya es impactante, mucho más es el método de “emboscada” que aplica el realizador a sus entrevistados para obtener testimonios, sin dejarles opción a filtros ni resguardos. Las respuestas afloran entonces crudamente en las declaraciones, pero mucho más en los rostros, en las mutaciones inconscientes de los gestos, en las miradas, en las tensiones inevitables que llevan a quiebres emotivos con cámara abierta.

En ese proceso, el director se hace protagonista fundamental de la obra, sin jamás aparecer en cuadro, construyendo una imagen intrínseca, la de él mismo encabezando el éxodo de los Ovando desde las tinieblas hacia la luz, desde el olvido hasta el recuerdo, de lo encubierto a lo asumido, del dolor a la redención, en un acto descarnado y épico. Tremendo. Y la gran paradoja: el fuego que quema es el fuego que alumbra.
Algo quema mira adentro y habla desde ahí; germina como obra en las constataciones de la introspección. Algo quema es un ensayo sobre la memoria como territorio que la condición humana habita o deshabita a necesidad y conveniencia. Algo quema diluye la frontera que separa el arte de la vida; como debe ser.

* es compositor.