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Tráfico de marfil y de colmillos

Entre julio y septiembre, cazadores furtivos mataron al menos 90 elefantes en Botsuana, para poder apropiarse de sus colmillos. Este es tan solo uno de los datos que explican por qué la población de paquidermos en África se encuentra en su nivel más bajo desde hace 25 años, según alerta un reciente informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

De acuerdo con este estudio, en los últimos 10 años al menos 110.000 elefantes fueron exterminados, el 30% de su población total, y cada año decrece en un 8% debido precisamente a la angurria de grupos criminales que los cazan para comercializar sus colmillos particularmente a mercados del Asia, donde son utilizados para elaborar artesanías y para la medicina tradicional.

Y para colmo de males este fenómeno no se limita a los paquidermos, como bien sabemos, pues también afecta a muchas otras especies, como los rinocerontes o los jaguares americanos. De hecho, según estimaciones de la Fundación Amigos de la Naturaleza, desde 2013 se han incautado en el país más de 570 colmillos de jaguares, principalmente en manos de ciudadanos chinos y bolivianos, lo que confirmaría la muerte de al menos 150 felinos de esta especie.

De allí la importancia de redoblar los esfuerzos tanto en Bolivia como en el resto de las naciones para contrarrestar los incentivos detrás de este nefasto negocio. De ello depende que se pueda garantizar el derecho de las futuras generaciones a vivir bien, en un entorno saludable.