El Año Internacional de los Camélidos no solo ha sido una fecha simbólica para los productores de América Latina, sino que también ha marcado un hito en la visibilidad y relevancia política de sus protagonistas y del rol de estas especies para la región.
Este reconocimiento, impulsado por el gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia y por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha destacado la importancia cultural y productiva de los camélidos de América del Sur: alpacas, llamas, vicuñas y guanacos, como un símbolo de la identidad y cosmovisión altoandina.
Durante siglos, los camélidos han sido un pilar para sus comunidades, brindando fibras, carne y cuero. Además, juegan un papel clave en la lucha contra el hambre y la inseguridad alimentaria —al ser una valiosa fuente de proteína—, en la que afortunadamente nuestra región ha experimentado una disminución por segundo año consecutivo. Además, por su bajo impacto ambiental, capacidad de termorregulación y de desarrollarse con recursos hídricos y alimenticios cada vez más escasos, los convierten en aliados clave para la mitigación de los efectos del cambio climático.
En América Latina y el Caribe en 2023, cerca de 3 millones de personas dejaron de padecer hambre, y la inseguridad alimentaria moderada o grave se redujo, de acuerdo con el último reporte de la FAO. Sin embargo, estas cifras aún son superiores a las de 2019, antes de la pandemia de COVID-19. Sumado a ello, la región enfrenta el costo más alto a nivel mundial para una dieta saludable, lo que dificulta el acceso a alimentos nutritivos para casi 183 millones de personas. En este contexto, los camélidos se presentan como una alternativa sostenible para mejorar esta situación.
Por estas razones, realizar una conmemoración para los camélidos ha sido un acierto. Lo significativo es que se sumaron gobiernos, productores, academia y la sociedad civil de la región, e impulsando acciones concretas. Tal es el caso del primer Encuentro Regional sobre Camélidos Sudamericanos realizado en La Paz, Bolivia, que convocó a comunidades y a autoridades de Argentina, Chile, Ecuador, Perú y del país anfitrión, trazando una hoja de ruta para su valoración, preservación e impulso.
La temática fue incluida también en la primera Conferencia Regional de Ganadería Sostenible celebrada en Uruguay, en noviembre pasado, formalizando su relevancia para la región.
La FAO está comprometida a brindar acompañamiento a los diversos sectores involucrados y sumar voluntades políticas con diálogos técnicos. Esto permite profundizar su importancia no solo para el mundo andino, sino para la sostenibilidad global.
El 2024 ha dejado un legado evidente: lograr un compromiso político y social que los camélidos son esenciales para la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y la preservación cultural. No obstante, tenemos grandes desafíos que seguir enfrentando. Por ello, la celebración del año internacional se extenderá hasta mediados de 2025. Durante este periodo se llevará a cabo un segundo encuentro regional en Chile, una reunión de productores y productoras en Perú, y se impulsarán diversos avances en programas en los países andinos.
Es solo el comienzo de un camino que debe continuar con el mismo ímpetu y colaboración que lo ha caracterizado hasta ahora. Instamos a los gobiernos de la región a continuar con la misma fuerza durante los próximos años más allá de esta conmemoración especial, poniendo en valor el aporte del sector camélido. Este esfuerzo tendrá como consecuencia un futuro más resiliente para las comunidades andinas, avanzando hacia una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor, sin dejar a nadie atrás.