Octubre y después

El “Día de la Democracia” transcurrió en paz, con ambos bandos (oficialismo y oposiciones) intentando demostrar que son los sujetos que la encarnan y representan… Con percepciones distintas sobre el pasado; con perspectivas opuestas sobre el presente; y (casi) todos, con la mirada puesta en los comicios generales del próximo año.
En otros textos advertí que el 10 de octubre se cerraba una coyuntura crítica inaugurada el 6 de agosto a raíz de las acciones opositoras en Potosí y los anuncios de movilizaciones lanzados por las plataformas que apuntaban a presionar al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para que “respete el 21F”. En ese lapso, el MAS retomó la iniciativa política y aprobó, con su mayoría legislativa, la Ley de Organizaciones Políticas (LOP), acelerando el tiempo político al incorporar la realización de elecciones primarias, obligatorias y simultáneas en enero de 2109. Es decir, nuevas reglas y otro ritmo con consecuencias en las estrategias de los actores políticos, y sobre todo, en las plataformas.
En otra respuesta al accionar opositor, el MAS convocó a una movilización nacional para conmemorar la recuperación de la democracia como una conquista de las organizaciones sindicales y populares, que fue profundizada por el “proceso de cambio”. Si la oposición apelaba al clivaje democracia/dictadura para convocar a sus movilizaciones en “respeto al 21F”, el oficialismo articuló democracia, justicia social y protagonismo de sectores populares. En suma, el 10 de octubre era un momento/escenario de disputa por el significado de la democracia con augurios de polarización y conflictividad.
Empero, en la primera semana de octubre ocurrieron dos hechos que dieron otro cariz a las expectativas en torno a esa fecha. El lunes 1, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) dio un revés a las pretensiones bolivianas, y cinco días después, Carlos Mesa decidió su postulación como candidato. La derrota boliviana en La Haya fue aprovechada por algunas plataformas para lanzar la consigna rupturista de “renuncia de Evo Morales” como objetivo de las movilizaciones del 10 de octubre.
Este llamado a una radicalización opositora no tuvo capacidad interpelatoria porque, a los pocos días, el exvocero de la demanda marítima anunció su participación en las elecciones primarias como candidato presidencial del FRI. En su mensaje, señaló “hacer realidad” el resultado del referendo del 21 de febrero de 2016 en las elecciones generales de octubre de 2019; es decir, derrotar en las urnas la intención continuista de Evo Morales, relegando el objetivo de evitar la postulación del binomio oficialista. De esta manera, el accionar de las plataformas se encamina a la política institucional a través de mediaciones partidistas.
Así, la irrupción electoral de Carlos Mesa desactivó el radicalismo de algunas entidades opositoras, como aquella plataforma vinculada a Jair Bolsonaro u otras agrupaciones que, cabildo paceño de por medio, plantearon la abrogación de la LOP (a estas alturas, una declaración testimonial), y modificaron su pedido de “renuncia de Evo Morales” por una “exigencia” de que el Presidente renuncie (…) a su postulación como candidato en las elecciones primarias del MAS. Esta pulseta tendrá otro momento decisivo a principios de diciembre, cuando el TSE emita su dictamen sobre los candidatos inscritos. Entonces sabremos si continuará, sin mayores sobresaltos, el andar hacia las elecciones generales del próximo año.