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Abuelos y abuelas

Aunque la imagen es romántica, lo cierto es que no siempre es fácil, o siquiera óptimo, que abuelas y abuelos se hagan cargo de la crianza de niños y niñas que por diversas razones no pueden vivir con sus padres y madres. Un reciente estudio revela que en Bolivia 193.000 menores de edad viven con sus parientes, de ellos 170.000 están bajo custodia de sus abuelos y abuelas.

Según el estudio, 666.000 niños y niñas viven en riesgo de perder la tutela de sus padres y madres o ya la perdieron. Se identifican seis factores que provocan esta situación: violencia en el hogar, divorcio o separación del padre y la madre, consumo de bebidas alcohólicas, desatención en salud, deserción escolar, pobreza y migración (tal vez este último factor sea la causa más estudiada por las ciencias sociales).

Los datos provienen del estudio de Aldeas Infantiles SOS “Cada niño y niña cuenta: situación de derechos de los niños y niñas que perdieron el cuidado familiar o están en riesgo de perderlo”, que analiza la situación de estas familias en las que son los adultos mayores quienes deben llevar la carga de criar a las y los niños.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) explorados en el estudio, poco más de 500.000 personas de 60 a 98 años tienen alguna ocupación; mientras que el resto está desempleado, siendo menos de la mitad de éstos las y los jubilados y beneméritos; es decir, quienes reciben alguna renta.

Así, se sabe que hay casos de abuelos y abuelas que crían a sus nietos apenas con el dinero de la Renta Dignidad. Es a esta población que se dedica con preferencia Aldeas Infantiles SOS, que tiene un programa destinado a familias en riesgo social, que consiste en apoyar a los abuelos en la calidad de la crianza de sus nietos, no solo proveyendo ayuda en materias propias de la educación, sino también identificando formas de mejorar el ingreso económico del hogar, para así mejorar el entorno en el que niñas y niños crecen.

Según especialistas en la materia, esta forma de familia, en la que los padres y madres están ausentes, pero las y los niños no pierden el contacto con quienes son, quizás, los miembros más cercanos de la familia extendida, tiene aspectos positivos y negativos, resaltando entre los primeros el que abuelas y abuelos tienen valores más afianzados y mucha más experiencia vital que transmitir a sus descendientes. Entre los segundos está la carga que representa hacerse cargo de una responsabilidad que no debiera corresponderles, especialmente la económica.

Sería más que deseable que las instancias del Estado responsables del desarrollo social tomen en cuenta estos datos y, según su capacidad y competencias, diseñen políticas públicas que ayuden a las y los abuelos a llevar de mejor manera esta carga, que no por ser una tarea de amor es menos pesada.