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Un problema del que nadie habla

Si te sientes agotado la mayor parte del tiempo, hay una probabilidad de que se deba a tu alimentación. No eres el único: según la Encuesta de Demografía y Salud 2016 en Bolivia, tres de cada 10 mujeres en edad fértil sufren anemia y seis de cada 10 mujeres en el mismo rango de edad sufren sobrepeso u obesidad. Este último es un porcentaje que ha incrementado de manera alarmante en los últimos años y, entre otras afectaciones, nos está volviendo personas más cansadas. No solo ello, lo crudo es que la malnutrición, con todos sus extremos, puede ser un asunto de vida o muerte y si no se atiende debidamente puede detener la productividad de personas y de países, afectando directamente a las economías y el desarrollo.

Estos problemas se deben principalmente a una mala alimentación: consumo de productos altos en grasas saturadas y azúcares, consumo de productos procesados, además de estilos de vida sedentarios. Encontrar este tipo de productos es aún más sencillo en las áreas urbanas y periurbanas donde es fácil apreciar cómo nos estamos alimentando mirando carteles de pensiones y publicidades.

Las personas que tienen problemas de alimentación son extremadamente vulnerables a padecer enfermedades no transmisibles (ETN) o crónicas como la diabetes o hipertensión, en el caso del sobrepeso y la obesidad. Comer mal no solo tiene consecuencias en el peso trae también otro tipo de problemas. Por ejemplo, la anemia afecta a las personas en su rendimiento físico y mental. Los síntomas van desde tener las manos y pies fríos constantemente, sentir fatiga, debilidad y cansancio. Pero eso no es todo: si una mujer tiene anemia durante su embarazo, el bebé no desarrollará adecuadamente.

A nivel país es también un asunto preocupante. Un ejemplo de ello son los datos del informe publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, La doble carga de la malnutrición, que indica que los costos económicos para el sistema de salud asociados al sobrepeso y la obesidad en 2014 alcanzaron a $us 330 millones en Chile, $us 1.487 millones en Ecuador y $us 6.134 millones en México.

Bolivia ha demostrado que tiene la experiencia y capacidad de enfrentar sus desafíos de alimentación con éxito. Por ejemplo, gracias a los esfuerzos de reducción de la desnutrición crónica de los últimos años, Bolivia logró cumplir la Objetivos de Desarrollo del Milenio en 2012. Esta es una cifra que gracias a los planes sigue reduciendo.  

El escenario ha cambiado, y el país está enfrentando nuevos desafíos contemplados en el Pilar 8 de la agenda patriótica, donde ha determinado que en 2025 Bolivia no solo eliminará el hambre y la desnutrición, sino que logrará una importante reducción en la malnutrición.  

Este 16 de octubre celebramos un año más el Día Mundial de la Alimentación y enfrentamos también un desafío, pero con la confianza de que Bolivia está en un buen camino para cumplir las metas que se ha propuesto, incluido el objetivo: Hambre Cero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Eso sí, para lograrlo, el Gobierno no es el único que debe poner las manos en la masa, es un tema que nos convoca a todos, pues está en la mesa de todos aprender a alimentarnos para vivir bien.